Ansón y la defensa de Rita Maestre

Por César Massó, economista.

Hace unos días leíamos en El Mundo un artículo de opinión del prolífico Luis María Ansón en el que, con piedad cristiana, disculpaba las acciones de la hoy concejala de Ahora Madrid (también conocido como Podemos) Rita Maestre. Dichas acciones se pueden observar desde tres prismas distintos, cada uno de ellos con consecuencias y ramificaciones también distintas.

Por una parte, desde el ámbito privado de aquellos que han sufrido la agresión o que se han sentido agraviados por ella. ¿Se puede considerar la entrada en la capilla de la Universidad Complutense, semidesnuda y gritando soflamas anticatólicas y acémilo-feministas un pecadillo venial de juventud? Sí, se puede. Se puede perdonar a la muchacha que, por inexperiencia, desconocimiento o exaltación juvenil perpetra un acto basado en fastidiar al prójimo. Tanto es así, que como dice el Sr. Ansón, el mismo arzobispo de Madrid Carlos Osoro los disculpa. Yo soy ateo por lo que, aunque no me sienta agredido en mi fe, sí que considero que dichas acciones entran en directo conflicto con la libertad individual (en este caso de religión) y si bien no me afectan directamente hoy, dicha manera de proceder me puede afectar en otra situación. La libertad de todo ciudadano es sagrada. No es admisible que ninguna persona por muy “sencilla, culta, inteligente y solidaria” que se crea con derecho de pisotear los derechos y libertades de los demás. Las personas sencillas no se meten en esos berenjenales ni van por ahí con el torso desnudo y la oriflama fascista en la mano. Las personas cultas conocen la historia y como se han coartado las libertades en épocas pasadas. Las personas inteligentes entienden las repercusiones que tienen repetir esas acciones que conocemos a través de la historia. Las personas solidarias ayudan al prójimo, no lo insultan y ofenden. Pero como digo, desde el ámbito privado cada uno puede decidir si dichas acciones son excusables o no.

Por otra parte, se puede ver dicha acción desde la óptica legal. Se trata de una ciudadana mayor de edad, responsable de sus actos, que puede (o no, eso lo decidirá la justicia) haber cometido un delito. Poco más hay que decir. La justicia debería ser igual para todos y aplicarse de igual manera, por muy buena chica que seas (o hagas creer a los demás que eres).

Por último, se puede evaluar dicha acción desde el punto de vista político. Querer pretender que dichas acciones no tengan ningún efecto sobre la carrera política de la edil es pretender perpetuar la mediocridad de la clase política que asola España. ¿En un país con 47 millones de habitantes de verdad no podemos encontrar a nadie más que pueda ejercer dicho cargo? ¿Acaso no está llena nuestra nación de profesionales experimentados con currículos impresionantes? ¿No tenemos cientos de miles de estudiantes universitarios que se dedican a eso, a estudiar? Por qué elegir a una persona que en su vida universitaria se dedicaba a la sentada y la manifa, cuando la inmensa mayoría de nuestros estudiantes son y han sido personas responsables, que a veces compaginan sus estudios con un trabajo para poder pagar las facturas, que no se pueden permitir el lujo de sacar malas notas para no perder la beca, que se esfuerzan y trabajan cada día. Nos llevamos las manos a la cabeza con el talento que desgraciadamente tenemos que exportar. Nos quejamos de que nuestros científicos tienen que irse a investigar al extranjero. Sin embargo cuando se trata de nuestros políticos está bien elegir a los peores. No. No podemos permitirlo. Tenemos gente mejor preparada, más inteligente, realmente solidaria, infinitamente más culta. No podemos permitirnos el lujo de conformarnos con la mediocridad en nuestros políticos mientras recordamos con añoranza el nivel de la política de épocas anteriores, cuando nuestros representantes argumentaban mencionando a Ortega, construían argumentos dignos de Cicerón, y se conducían en su vida de la manera más recta.

El Sr. Ansón puede perdonar, desde su ámbito privado. De ahí a que ese perdón se extienda al ámbito judicial, "naturalmente que aceptaré sin reservas lo que decida la Justicia pero seguiré manteniendo todo lo que aquí he escrito porque tiene razón el arzobispo Osoro y hay que saber disculpar”, o al político, “le espera una larga vida política llena de éxitos” hay unos límites que no deberíamos cruzar. El primero la ley. El segundo la mediocridad.