Derrotas ajenas

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias/Zipi/EFE

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias/Zipi/EFE

Por Francisco Miguel Justo Tallón, @pelearocorrer

Que el ofrecimiento de Pablo Iglesias se vea como una afrenta o como una falta de humildad o como una exigencia desmedida solo responde a un principio: en política el otro nunca tiene la razón. Mientras el resto de dirigentes ven esta verdad con mesurada distancia, el político de la formación morada se abraza a ella sin complejos. Mientras los demás hablan de acuerdos y consensos y tienden la mano y ocho propuestas, Pablo Iglesias ha encontrado su espacio negando el espacio de los demás. La política es una partida de ajedrez y gana el que consigue ser al tiempo precavido y arriesgado, en este raro espectro Pedro Sánchez y Albert Rivera apuestan claramente por ser precavidos, Mariano Rajoy es inescrutable como la cábala judía y Pablo Iglesias parece asumir más riesgos que sus competidores, tal es así que a veces da la sensación de que Felipe VI le ha encargado a él formar gobierno.

No hay que alarmarse con las exigencias de Podemos, en Bélgica gobierna una coalición complejísima donde el tercer partido más votado fue el encargado de formar gobierno, además algunos ministerios han sido asumidos por partidos nacionalistas, ministerios, digamos, delicados, como los que pide Pablo Iglesias. No ignoro que tener un referente es tener una trampa, aunque visto los trazos, la oposición mediática que tiene el partido morado debería fijarse más en Bélgica y menos en Venezuela e Irán.

La tensión que aporta Pablo Iglesias al panorama político es inédita y da pie a jugosas interpretaciones, todas desmesuradas o sobrias dependiendo de quién pague el comentario. El politólogo tiene entretenidos a los analistas de los periódicos desde hace años y las columnas se escriben solas cuando comparece ante la prensa o cuando se junta con sus homólogos. Si él está marcando el camino es porque los demás no han sabido hacer una lectura adecuada de los acontecimientos, todos parecen ir a remolque del madrileño; así, las acusaciones de arrogante o las sospechas de totalitario por los ministerios demandados (Interior, CNI) no hacen sino corroborar que las reglas las pone él; negándole lo que pide, el PSOE trata de deslegitimar las propuestas de la formación morada, pero sabe Pedro Sánchez que frente a la tensión que propone Podemos solo hay una alternativa: repetir las elecciones. Y ante una posible repetición de elecciones el partido más perjudicado nuevamente sería el partido socialista, de ahí que el líder de los de Ferraz se atenga a fórmulas tan cordiales.

La tensión que ha creado Iglesias es proporcional a los cantos de sirena que va emitiendo el poder en sus oídos. Yo creo que detrás de la propuesta de Podemos hay un órdago imposible de perder, tanto si es aceptado como si es rechazado: una repetición de elecciones podría catapultar al partido de los círculos hasta hablarle de tú a tú a los populares, que incomprensiblemente (corrupciones mediante) seguirían siendo la fuerza más votada.

Solo una cosa parece unir a todos los partidos: echar a los populares del gobierno. Esta posición recuerda a esos aficionados del fútbol que disfrutan más con las derrotas ajenas que con las propias victorias, algo terriblemente mezquino.