Por Ana Sánchez Cubilla
¡Ay, señor Rajoy! Después de escuchar "No vamos a defraudar a los españoles ni a los votantes. Nuestro candidato es Mariano Rajoy y nuestra propuesta es la del PP" le tengo que decir que como votante del PP, desde que pude ejercer el derecho al voto, a mí sí que me defraudarán si llevan esto hasta sus últimas consecuencias.
Somos muchos los votantes que en el último año de legislatura hemos pasado del no volveremos a votar nunca más al PP, al iremos a votar con una pinza en la nariz para terminar votando e incluso haciendo campaña a favor de esa candidatura. Votantes que hemos llegado a pelear, discutir y descalificar a quien mantuvo, pese a saber que propiciarían lo que hoy está pasando, la primera de mis opciones. Votantes que hemos querido olvidar los desmanes de Montoro, pasado página ante los casos de corrupción, y que en cualquier caso pusimos en valor lo poco bueno de estos cuatro años y apoyamos, aunque no hubiésemos debido, su candidatura.
Por eso, sorprende su negativa a colaborar en un Gobierno de los partidos constitucionalistas, dejando la puerta abierta a un pacto de gobierno con bolivarianos, independentistas y antisistema. Nos está diciendo o mío o de nadie, sin preocuparle el caos al que nos puede llevar una actitud mezquina y poco generosa de su parte. De nada sirve justificar su decisión en la actitud que ha tenido Pedro Sánchez no queriendo negociar con usted, de él no esperábamos menos, por eso no le hemos votado pero, si evitar ese giro radical a la izquierda supone que el PP tiene que sacrificar sus escaños para poder llegar a un pacto a tres, yo como una de sus votantes, se lo exijo. Es su deber lograr un Gobierno estable que de continuidad a muchas de sus políticas, que tenga la fuerza suficiente para reformar la constitución y que no tire a la papelera cada uno de nuestros esfuerzos durante esta legislatura y si para eso tiene que retirarse, retírese señor Rajoy. Deje ya el "nosotros votaremos no", sea generoso y no impida que salgamos adelante.
¡Ay, señor Rajoy! En sus manos está ser recordado como un hombre de estado y no como el peor Presidente que pudo tener España.