La nación, en primer lugar

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera/Javier Lizón/EFE

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera/Javier Lizón/EFE

Por Manuel Peñalver Castillo

Un atardecer melancólico leemos a Nicanor Parra, a Ernesto Cardenal y a Patti Smith. People have the power sigue siendo el himno a la igualdad. Una obra como Los miserables de Víctor Hugo siempre será una joya universal de la literatura, del mismo modo que Estrella distante de Roberto Bolaño. Las palabras son bellas si las dejamos tal y como están y no las tocamos. Como los versos de Poe, unas regresan y otras esperan su turno. La brisa se ha detenido en el tiempo y un poema de Juan Ramón todavía es posible memorizarlo en las sílabas de un fragmento. Las estanterías están silenciosas, no obstante. La noche hermosa se ve mejor desde las esquinas próximas al mar, cuando no hay nada que decir hasta el día siguiente. Amanece y la realidad emerge. El destino no es una pesadilla. Ver el alba es contemplar cómo se enciende el sol en su color melocotón. En la barra de la antigua taberna, el diálogo sostiene una copa de borbón, sin que las manos tiemblen. Samuel Bellow, Tobías Wolff, Richard Ford. El cine de John Ford. «Cuando me pongo a escribir, empiezo literalmente con una frase o una línea. Siempre necesito tener esa primera línea metida en la cabeza, se trate de un poema o un relato. Más tarde, todo puede cambiarse, pero esa primera línea se cambia muy pocas veces», decía con la métrica infinita de la literatura Carver en la vieja página de la eternidad.

La política, como la vida, es una senda de ida y vuelta. Un mapa que interpretamos demasiado tarde. Rajoy y Sánchez no se entienden. Los pactos tienden una mano y esconden la otra. Es una cuestión que siempre termina lo mismo entre el PP y el PSOE. El señor de Pontevedra cambió de parecer antes de que doblaran las campanas. ¿Gesto? ¿Táctica? Indolencia. Iglesias se adelanta a los acontecimientos y los convierte en titulares que permanecen hasta la siguiente edición. Rivera, mientras tanto, hace política kennedyana, sin saber el final de la aventura. Según la encuesta de Metroscopia, la mitad de los españoles vería con buenos ojos un gobierno de coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, en el que no estuviera Mariano Rajoy. Para Pedro José Ramírez, el actual líder de la derecha es un estorbo nacional y un gran obstáculo para cualquier negociación, que trate de encontrar una salida. ¿Quiénes pueden ser las alternativas en el PP? ¿Cristina Cifuentes? ¿Pablo Casado? Piensen ustedes en algún otro nombre. ¿Y en el PSOE? ¿Solamente Susana Díaz? ¿El propio Pedro Sánchez, con otro traje y con otra corbata? El último punto del orden del día no puede ser el primero. La política, a pesar de la literatura, no es una metáfora, aunque, en distintas circunstancias, pueda parecerlo.

Volver la mirada a la serie Borgen y conocer el personaje de Birgitte Nyborg, una política moderada y centrista, que preside una coalición compleja, aun cuando representa al grupo que menos votos tiene, es otra forma de análisis. Un reflejo de lo que es la política: el secreto que ya conoces o el enigma que indagas como testigo fiel de los días, indescifrados y solos. «Me había prometido no mentir en mis primeros cien días», afirma ante la sinceridad de su espejo interior la primera ministra, interpretada por Sidse Babett Knudsen. Solidaridad y derechos iguales para todos. ¿Tan difícil es conseguirlo? Otro formato tienen El ala oeste de la Casa Blanca y House of cards. La reflexión, el pensamiento, el comentario. El hecho público es un gran árbol, con muchas ramas, que refleja lo que habitan en aquel otro mar los horizontes que anhelamos y queremos. Los colores y las líneas son distintos, pero los actores tienen más en común de lo que ellos mismos creen. Si un líder no quiere enterarse de que su tiempo ha concluido, está ofendiendo a la inteligencia. Nadie es imprescindible.

La política, en su forma más luminosa, es también generosidad. Y sacrificar en las lentas hojas de la historia los intereses personales, para poner en primer lugar los de la nación. Tal vez escuchando Piece of my heart en la versión de Janis Joplin podamos convertir los pactos en verso. Ciudadanos tiene la métrica de la regeneración. Dialogar con la corrupción es un balazo que puede rebotar en el corazón de gente admirable. Ver los cuchillos y no parar el golpe es errar el destino. Para tejer y destejer el Hades, no se puede esperar hasta el último día. Quizá Mariano nunca supo medir el alcance de «Luis, sé fuerte» y «Alfonso, te quiero; te quiero, coño; tus éxitos son mis éxitos». Por los barrios del mundo suena el viejo saxo. Albert Ayler y el free-jazz. Un signo de libertad que sobrevive en «esta lluvia que ciega los cristales».