Día D para más de 12.000 médicos

Día D/DVIDSHUB/Flickr

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Por María Luz Simón González

El día 6 de febrero desembarcarán en distintas aulas de nuestro país más de 12.000 médicos para luchar por una plaza en el sistema de formación de médicos especialistas (MIR). Para muchos será su primera oportunidad, otros vienen con otra especialidad en el brazo.

Después de un bachillerato en el que sacar cualquier nota menor de sobresaliente era una piedra en el camino, después de al menos 6 años de estudio y de esfuerzo continuado, después de meses o años dedicados a querer asir entre sus neuronas cada conocimiento médico, llega este día que marcará el resto de sus días: unas horas y poco más de 200 preguntas serán el pase a continuar soñando o la muralla que impida alcanzar el añorado destino.

La medicina siempre fue una disciplina difícil. En el momento actual es uno de los procesos formativos de más difícil acceso, más largo y complicado. Las expectativas son muchas y las realidades no siempre acaban respondiendo a dichas expectativas.
Quizá el error es pensar que seréis los genios controladores de la biología humana, que este trabajo os permitirá un estatus socioeconómico envidiable o simplemente que, acostumbrados a ser los mejores, tendréis un trabajo que os hará sentir muy bien. Es posible que consigáis algo de esto, pero para evitar la frustración será mejor partir de otra perspectiva. La medicina es el arte de mejorar, mediante el conocimiento biológico del ser humano y la aplicación de distintos medios técnicos y farmacológicos, las capacidades para afrontar su existencia. Para ello hacen falta todos los conocimientos más complejos que podáis adquirir pero, ante todo, debéis, como dijo Maimónides: “ver al hombre en el ser que sufre”. El mundo es muy distinto (o no tanto, por desgracia) al de Maimónides, la medicina tiene armas impensables en su tiempo, pero el ser humano cuando enferma es el mismo ser indefenso y angustiado que hace mil años.

Y es que ya ni se habla de enfermedades (Decía el Dr. Marañón que no hay enfermedades sino enfermos), ahora se habla de procesos. Sí es cierto que empiezan a alzarse voces a favor de la humanización de la medicina, porque el ser humano en su existir biológico y espiritual no es una dicotomía que pueda ser abordada como dos entes distintos. Por supuesto que debemos gestionar con eficiencia los procesos, por supuesto que debemos buscar los mejores resultados científicos y avalar su importancia con la Medicina Basada en la Evidencia. Pero nada puede ser más importante en nuestro trabajo que el paciente nos sienta a su lado.

Recientemente acompañaba a un familiar a una consulta, una doctora joven, simpática, dando la mano al entrar, mirando a los ojos, todo un manual de correcto comportamiento médico, pero incapaz de valorar nada que no concerniera directamente al motivo de la visita, sin penetrar en el paciente para aliarse en la lucha por su existencia. Yo sé que es difícil, es muy duro, no hay tiempo, y sobrevivir al dolor de familiares y pacientes es tarea de los más virtuosos actores de teatro. Pero así es como entiendo debemos llegar a los pacientes, como los actores de teatro buceando en las entrañas de sus personajes, añorando al público si pasan al cine o capaces de mantener la representación en situaciones personales difíciles. Así es como entiendo que debemos humanizar la medicina, cuanto antes lo aprendáis, cuanto antes asumáis el reto, mejor será vuestra vida como médicos. Si por el camino llegan los éxitos científicos, el dinero o la fama, pues muy bien, pero en cualquier caso, cada paciente se convertirá en vuestra función única e irrepetible y con aplausos o sin ellos no os habrá defraudado vuestra especialidad.

Mucha mierda, ya que debéis convertiros en los más grandes actores del mundo.

Con especial cariño, al que seguro será un gran especialista Alí Assaf Balut.