Ni cambio ni progreso

Por Carlos García González

Cambio: acción y efecto de cambiar (RAE)
Progreso: acción de ir hacia adelante, avance, perfeccionamiento (RAE)

España ha cambiado, sí, es una evidencia tan palmaria como el tinte de Rajoy. También ha progresado. Y de qué manera: infraestructuras, sanidad, derechos, bienestar, riqueza en general.

Como una machacona letanía, asistimos al resurgimiento de los vocablos que encabezan esta digresión. Por el Cambio, un verdadero hallazgo electoral de 1982. Para hablar de progresismo habría que retrotraerse al verano de 1835, por ejemplo, y a la figura de Juan Álvarez Mendizábal, hacedor de la Desamortización de los bienes de las órdenes regulares de la Iglesia, poco antes del reinado de Isabel II.

Pues "hasta aquí hemos llegado"(sic), que diría nuestro presidente en funciones.

Son los líderes de la izquierda -es un decir: unos, socialdemócratas de toda la vida, o eso dicen; otros, comunistas de nuevo cuño. No olviden que la auténtica izquierda nace de los pechos de Marx y Engels- los que nos atronan con el cambio y el progreso.

"Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje". La frase es de Aldous Huxley. No existen templos tan grandes para derribar esta verdad.

¿Qué cambio nos prometen, qué progreso obtendremos con sendas formaciones, recíprocamente descreídas, más allá de repartirse el 'consejo de administración' de España, S.A.? ¿Una OPA hostil, quizá, del minoritario socio de las 69 'acciones'? ¿La ampliación de capital de la familia venida a menos y enfrentada?

Aguardemos a la 'junta de accionistas' del próximo sábado 30.