¿Tiene Rajoy sangre en las venas?

Por Víctor Llano

Lo que no tiene son problemas de agenda. Este jueves dos colaboradores de Ràdio Flaixba llamaron a Moncloa y simulando uno de ellos ser Puigdemont, no tardaron en conseguir una reunión con el todavía presidente del Gobierno. Cuando, asombrados los bromistas por la facilidad con la que Rajoy les concedía lo que le pedían, confesaron su broma, el presidente sólo alcanzó a decirles, “En fin, esto no es serio, comprenderá usted que esto no es serio; hagan ustedes lo que quieran pero... esto no es serio”.

El presidente en funciones tiene razón. No es serio que quien tendría que estar muy preocupado por el desafío separatista que encabeza Puigdemont se mostrara tan simpático dialogando con quien para él era el presidente de la Generalitat. De poco le servirá escudarse en que es un señor tan educado como cortés. Tras escucharle hablando con el supuesto Puigdemont, ¿qué pensarán los catalanes que sufren la locura independentista? ¿Se puede ser educado con las víctimas y con los verdugos al mismo tiempo?

No podrá negarlo. Le pesará mucho si no miente cuando dice que aspira a todo y más, o nada si ya se ve de vuelta de todo, pero ya no podrá impedir que le escucháramos. No pudo ser más simpático. Pocas veces Rajoy se mostraría más dispuesto.

¿No le disgusta hasta el extremo lo que pretende Puigdemont? ¿No le alarma? ¿No asume su responsabilidad? Ahora dice que no tiene problemas de agenda. ¿Qué hace? ¿Le da todo igual? A pesar de que es conocida su condición de estafermo, causa asombro su incapacidad para proponer alguna salida al laberinto en el que se encuentra la nación de la que todavía es presidente.

Provocará una profunda antipatía la simpatía que Rajoy dispensó al que creía líder del separatismo. Para hacer lo que hizo mejor se echa a un lado. Han de ser muchas las formas de ofender, y tal vez a Rajoy ya no le importe lo que pensemos de él o no corra sangre por sus venas, pero en la mañana de ese jueves ofendió de la peor manera a todos los que creen que los políticos son algo más que cínicos.