Los años de la peluca

Santiago Carrillo/Álvaro Tajada Portalo/Flickr

Santiago Carrillo/Álvaro Tajada Portalo/Flickr

Por César Sampedro Sánchez, Doctor en Historia

Ahora que Podemos ha entrado en el Congreso, en la sesión constitutiva del pasado 13 de enero, con su particular espectáculo, su niño, sus charangas y su sobreactuación, me apetece recordar los años siguientes a 1977, cuando Carrillo, Alberti y Dolores Ibárruri se incoporaban al Congreso de los Diputados, llegando del exilio y de la lucha contra el franquismo. Entraron al hemiciclo con seriedad, pero sobre todo con dignidad, con la que habían perdido ellos y los suyos en los duros años anteriores. Las fotos retienen la mirada del resto de Diputados ante la entrada de Alberti y Pasionaria entre la admiración, el respeto y el asombro.

En 1976, tras la muerte de Franco, Carrillo llegó de incógnito al país, y fue detenido poco después con la famosa peluca y atuendo de camuflaje, en una acción provocada por él mismo con objeto de poner al gobierno frente a la tesitura de tener que reconocer la existencia y fuerza del partido, así como los esfuerzos desarrollados en el periodo de clandestinidad en la lucha por las libertades. Son los que algún periodista y escritor ha llamado “los años de la peluca”.

Cabe recordar que antes de este retorno, Carrillo ya había mantenido conversaciones, a través de terceros, con el gobierno de Adolfo Suárez. El dirigente comunista había ofrecido garantías de moderación de sus militantes, así como la aceptación del régimen monárquico y de la bandera nacional, adelantándose en esto al propio partido socialista. Hace pocos días un veterano militante comunista, ahora en el PSOE, me recordaba que en esta época el PCE se había mostrado mucho más conservador en el asunto de la monarquía.

La mentalidad de Carrillo, más abierta y cautelosa que la de muchos miembros del partido, ha hecho que haya sido considerado por algunos historiadores como una de las personalidades que posibilitó el éxito de la transición política a la democracia en España. Leer las Memorias de don Santiago y en el contrapunto libros muy críticos y desmitificadores con su figura como el último de Preston (El Zorro Rojo, debate, Barcelona, 2013), ayudan a valorar estos años.

Será definitivamente con el atentado de la Matanza de Atocha el 24 de enero de 1977, donde mueren tiroteados por un grupo de extrema derecha cuatro abogados afiliados al PCE, cuando muchos estiman que Carrillo consigue el apoyo definitivo de parte de la sociedad española y de Suárez. Un día después se sucede la primera gran manifestación multitudinaria de la izquierda desde la Segunda República, seguida semanas después de decenas de paros y manifestaciones pacíficas, en solidaridad con lo ocurrido y el partido comunista.

El 27 de enero, Carrillo se encuentra con Suárez y se compromete a que el PCE renuncie a reivindicar la república, a cambio de la legalización. El 2 de marzo, en una reunión celebrada en Madrid con la asistencia de Marchais y Berlinguer, Carrillo presenta de forma oficial el movimiento eurocomunista, distinto al comunismo de la Unión Soviética. El 9 de abril, el PCE es legalizado por el gobierno de Suárez. Comparemos ahora la seriedad del proceso, legalización y entrada del PCE en el Congreso, con las actuales alharacas actuales de algunos. Los años de abnegación, sacrificios y lucha por las libertades se merecen un respeto. Vale.