De la nada a presidente

Patxi López se dirige a su despacho en la Camara Baja/Sergio Barrenechea/EFE

Patxi López se dirige a su despacho en la Camara Baja/Sergio Barrenechea/EFE

Por Alberto Ignacio Pérez de Vargas Luque

El nuevo presidente del Congreso, tercer cargo en importancia del Estado según la Constitución de 1978, sería muy probablemente un “nini” (ni estudia ni trabaja) si la política no lo hubiera encontrado, allá por el año 1975, cuando apenas salido de la pubertad y entrado en la adolescencia, Francisco Javier “Patxi” López ingresó en las Juventudes Socialistas. Su dilatada experiencia en esta su profesión lo ha elevado a las más altas cotas que puede alcanzar un personaje público en la España de nuestros días. De añadido, hay en él una deriva genética, a la que me referiré de inmediato, que llena de contenido el significado del acrónimo de su partido y lo actualiza poniendo de manifiesto su radicación ideológica y su inspiración social.

Patxi López no ha hecho otra cosa que trabajar en y por el partido, como muchos de sus compañeros, pero hay más. Llamaban Lolo a su padre que murió en vísperas del 18 de julio de 1992 después de una vida consagrada a la causa obrera. Había nacido unos meses antes de la proclamación de la Segunda República en Sestao cuando su progenitor trabajaba en Altos Hornos de Vizcaya. Eduardo López Albizu fue un dirigente histórico del PSOE y, como debe ser, un sindicalista activo de UGT, líder del sindicato en la Naval de Sestao y responsable de finanzas del Partido en la clandestinidad durante el tardofranquismo. Junto a Ramón Rubial, Txiqui Benegas o Nicolás Redondo entre otros pioneros de la renovación de Suresnes, Lolo debe ser considerado uno de los socialistas vascos más significativos de los primeros tiempos de la Transición.

Ex lehendakari con el apoyo del PP, el nuevo presidente del Congreso de los Diputados, primero en la historia reciente de España que lo es sin que sea su Partido el que gobierne, reúne en sí mismo ser parte y descendiente de la propia historia de su formación política y pertenecer hasta tal punto a sus entrañas estructurales que jamás se le ha visto, al menos con alguna asiduidad, hacer algo fuera de sus paredes, en la vida ordinaria; estudiar, trabajar, en fin esas cosas que hacen otros mortales. El socialismo democrático –el adjetivo es fundamental– y la fidelidad a su legado biológico son el universo pleno de su desarrollo personal.

Este portugalujo o jarrillero; es decir, natural de Portugalete; municipio situado, como Sestao, en el Gran Bilbao; hijo de sestaotarra, ha hecho de casi todo. En el PSOE, naturalmente.