Sanidad pública y política liberal

Por Maria Luz Simon Gonzalez

Los defensores del liberalismo hablan de la Sanidad Pública como el resquicio socialdemócrata que deben pagar los liberales para ser admitidos en las democracias europeas. Muchos partidos liberales, en su necesidad de recoger votos, es posible que lleven ese planteamiento. Pero esto no es necesariamente así.

El objetivo de los sistemas de salud de un estado debe ser “la salud”. La salud definida por la OMS como " un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Y este objetivo se podrá organizar con unos fondos públicos, privados o mixtos, pero es lo que se debe buscar en el horizonte de los máximos gestores sanitarios. A este objetivo claro y evidente, pero muy complejo en su abordaje económico, nos acercamos mejor a día de hoy con un óptimo funcionamiento de la Sanidad Pública. La comparación más adecuada puede ser la sanidad canadiense con una Sanidad Pública bien gestionada y la de Estados Unidos con un dominio de la Sanidad Privada. Conocí muy directamente a un importante impulsor de la Salud Pública canadiense: D. Andrés Petrasovits Pérez.

Permítanme un pequeño homenaje a este economista vallisoletano de padre húngaro y de muy reconocido prestigio en la OMS, fallecido hace casi 15 años. El me transmitió esa diferencia en los niveles de salud, en cualquier parámetro adoptado, al mantener EEUU una Sanidad Privada que contaba con los medios tecnológicos, capacidad de investigación y tratamiento más avanzados, pero no abordaba los problemas básicos de salud de forma que los ciudadanos reflejaran la evolución de la atención sanitaria como podía esperarse en relación a dichos avances científicos. Ese mensaje y la evidencia, conociendo su trayectoria en las más altas instancias de la organización sanitaria canadiense, de una actividad despolitizada, me llevaron a entender que la salud debe buscarse de forma independiente de las valoraciones que cada individuo pueda hacer de su necesidad de atención sanitaria.

Estados Unidos se defiende de la idea de la importancia de una Sanidad Pública por el hecho de que el 80% de los americanos que no tienen cobertura tienen el nivel económico suficiente para proporcionarse un seguro privado y son libres de hacerlo o no. Pero aunque esta teoría puede ser correcta en un pensamiento liberal, está dejando de lado la repercusión económica personal, familiar y del país cuando los individuos, en ese ejercicio de libertad, no tienen un acceso correcto a los servicios sanitarios en el momento en que lo necesitan. Se estima que entre China e India han perdido más de 500 billones de dólares de PIB en los últimos 10 años por la repercusión de las enfermedades crónicas en progresión en este mundo globalizado: hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares y obesidad. Una Sanidad Pública que aborde correctamente estos problemas de forma integral con una promoción de medidas preventivas y atienda los efectos provocados por estos procesos, independientemente del nivel económico de los individuos, favorecerá de forma más correcta su desarrollo personal y le permitirá ejercer mejor su libertad.

Volviendo a España, la diferencia, desde la política liberal, no está en defender o no la Sanidad Pública sino en evitar que los centros sanitarios públicos sean agrupaciones de funcionarios ineficientes sólo preocupados por cumplir sus horas, equipos de dirección multiplicados hasta el infinito para colocar todos los que cambian según el color de la legislatura, fuentes de lucimiento de políticos con objetivos cortoplacistas, el lugar dónde sólo se estudian cual House de medio pelo las patologías que al cerebrito de turno le interesan, o dónde alguno encuentra un saco sin fondo para meter la mano y sacarla cargada de euros.

Y, por otra parte, desde la política liberal se entiende que el individuo puede tener libertad de ser atendido en un centro privado y por ello no ser castigado cuando acuda a la Sanidad Pública, negándole los medicamentos a los que tiene derecho como ciudadano español, ni recibir un trato despectivo por haber tomado su elección privada. Es más, se deberá apoyar que se realicen esas elecciones de medicina privada en la medida que disminuirá el gasto público y, por ello, favorecerá un mejor funcionamiento de la Sanidad Pública.

La Sanidad Pública debe ser un derecho de los ciudadanos pero no una obligación. De este modo, la Sanidad Pública, lejos de ser una cortapisa a un modelo político liberal, será la que nos libere de dedicar nuestro dinero a la atención sanitaria para dedicarlo a cualquier otro fin que cada individuo valore más atractivo para su existencia y nos garantice que, ante la falta de salud, nuestro bienestar económico no se verá también afectado, creando con ello una cadena más en nuestra vida.