Ya hay vida en Marte

Varias personas rinden homenaje a David Bowie en Londres/Andy Rain/EFE

Varias personas rinden homenaje a David Bowie en Londres/Andy Rain/EFE

Por Blanca Francés de Velasco

Anoche, viendo una película sobre un astronauta abandonado en Marte, trataba de entender la soledad que podía sentir el protagonista. En cuanto sonaron los primeros acordes de Starman, la sensación fue arrolladora. Abandoné momentáneamente (yo también) a Matt Damon en el planeta rojo para pensar en la importancia de Bowie en la historia de la música. Y del cine.

Pensé en cuántas escenas de cuántas películas podría acompañar (además de las decenas ya existentes). Y lo difícil es encontrar una película que un tema de Bowie no pueda ilustrar. Estoy convencida de que algunas escenas del cine fueron pensadas simplemente para contener su música.

Space Oddity y Life on Mars habían copado ya demasiadas pelis del espacio, pero podrían haber estado sonando de fondo durante toda la película The Martian, porque si algún artista en este planeta realmente podría ser de otro, ese es David Bowie.

¿Cuántos de sus temas hacen referencia al espacio?

Me fui a dormir contenta, tarareando Starman.

Esta mañana el despertador no ha sonado; contractura en el cuello; corriendo; todo tarde, pero salvable. Hasta que él me dice una frase que no he entendido y al ver mi nula reacción, me la ha repetido: “Ha muerto Bowie”.

Me he escondido para no sentirme absurda. Abandonada. Sola en este planeta lleno de gente mientras Bowie, ya seguro, en el espacio, busca nuevos planetas que colonizar con su inspiración avasalladora. Y nosotros aquí, haciendo coletas llegando tarde al cole. Qué incongruencia cuando ha muerto Bowie.

Ya nada puede volver a ser igual. Mientras firmaba la nota de retraso en la conserjería se me caían las lágrimas sobre el papel. Dos mundos tan distintos en el mismo espacio. O quizá no...

Reconozco que no he podido hacer lo que debía hacer esta mañana. Porque todo es tan extraño como gris.

No sé cuando entré en la música de Bowie pero probablemente, a los 6 años ya había escuchado Starman o Life on Mars?. Muchos hermanos y primos mayores fueron mi mejor escuela de música en todos los estilos.

Tras Under Pressure y, ya con videoclips circulando por la 2, llegó Let's Dance. No me gustaba, no le pegaba, pero me atrajeron sus videos; transgresión, ambigüedad y muchísimos símbolos visuales en muy poco espacio. Esa voz. A veces metal, a veces lija, a veces magia... Empecé a bucear (entonces sin internet) y, caramba, Bowie venía de lejos y a gran velocidad. El gran descubrimiento fue que no se trataba de un postglam pasado de rosca. David Bowie era, sencillamente, marciano.

En su prolífica carrera, te sumergías en una maraña de canciones, y siempre había mucho polvo y mucha paja. Y diamantes. También diamantes.

Su inteligencia abrumadora, su capacidad creativa, desbordaba algunos álbumes y salpicaba parte de los siguientes. Creo que se nota al escuchar sus canciones cuando está inspirado de verdad y cuando está simplemente haciendo música.

Para cuando llegó This is not America Bowie ya era esa bestia de la que no se podía prescindir. Su pasado era tan potente como necesario su presente.

Lo de Duque hablaba de su elegancia. Por lo que representa, para mí, es Rey. Quizá no el único, pero se come de calle a los que se dice que ostentan ese título.

Alguien que se planta ante el mismísimo Freddie Mercury, y no sólo salva los trastos sino que además nos deja uno de los mejores regalos de la historia de la música moderna, tiene que ser, efectivamente, de otro planeta.

Me gusta pensar que pusieron Under pressure a unos cuantos músicos después de eso.

La relativa cercanía en edad, nos hace seguidores obligados. Tan cerca y tan lejos.

Hace 4 días, viendo su nuevo videoclip, demacrado como nunca, y ambiguo como siempre, pensé “Este año, no importa cuando, donde ni cuánto; le voy a ver en directo. Basta de dejarlo para otra ocasión. Vamos a cumplir sueños”.

I´m a Blackstar.