¡Que vuelvan las cadenas!

Por Nacho Belmar

¡Desisto!

No puedo más, esto de ser moderno ha podido conmigo.

Créanme, llevo unos meses dedicado en cuerpo y alma a la ardua tarea de actuar como un hombre contemporáneo, de estar a la altura de mis pares demográficos, de no quedarme anclado en la España del y tu más y en la partitocracia.

He cambiado incluso mi forma de vestir. Ya no llevo corbata, como decía el nuevo referente de la modernidad Evo Morales, la corbata se impone entre la razón y el corazón.Tampoco uso el servicio de taxi, eso es de burgueses. Yo ahora voy en metro o ando.

Pero he de serles sinceros. Esto de ser contemporáneos no es nada sencillo. A aquellos que teníamos una cierta idea de España, europea, moderna y orgullosa de su pasado se nos impone esta nueva idea cuasi tribal de la plurinacionalidad. Las calles cambian de nombre.

El espíritu 78añero ha dejado paso al ferviente guerracivilismo del unos contra otros, la España cainita que tanto sufrieron mis abuelos, antaño héroes silenciosos de un país arrasado por la barbarie ahora señalados como cómplices de la misma, y hasta los reyes magos se apresuran a cambiar la barba por el canalillo. ¡Con la Iglesia hemos topado! 

Si la calle hierve , no crean ustedes que en la carrera de San Jerónimo la cosa va mejor.
Yo, iluso de mí, creía que la estabilidad, la honradez, la coherencia y la previsibilidad eran rasgos anejos al buen gobernante, pero qué decepción la mía cuando leo que en la nueva España tanto monta monta tanto D. Pedro como D. Pablo. Qué triste desilusión al ver que la modernidad ya no pasa por Berlín o Londres sino por Quito y Caracas. ¡Vayan desempolvando sus guayaberas camaradas!

Vaya por delante que este humilde escribidor no aboga por modelos gatopardianos en los que la economía de amiguetes prive de oportunidades a los que con tesón y sacrificio levantan (y se levantan) España cada mañana, pero seamos francos ….si esto es la nueva España, que la paren ya, que yo me bajo.