Un monstruo amaestrado

Por Cristóbal Cobo

De todas las cosas que es posible concebir, una de las más tristes, por absurda, es la de un monstruo amaestrado. Un monstruo amaestrado no es ya un monstruo porque, ¿qué es un monstruo? En el ámbito de la psicología, un monstruo sería aquello que no podemos dominar en absoluto, un otro amenazador relegado en las tinieblas subconscientes, y que no puede asomar a la luz, salvo de forma catastrófica y no deseada. Una niña puede tener un sueño en el que salte a la comba con un monstruo, mas si ese monstruo es un peluche grandullón y feo, pero bondadoso, no es un monstruo. Para ser un monstruo, tendrían que salirle de pronto púas y garras y colmillos, arrancarle la cabeza a la niña y devorarla por los pies. Eso sí sería todo un monstruo.

Un monstruo amaestrado sería uno al que pudieras invocar voluntariamente y voluntariamente también obligar a regresar a su mazmorra. Podrá ser feo, cruel y repugnante pero… ya no es exactamente un monstruo.

Cada inconsciente elabora su prototipo de monstruo, como una sombra desconocida y no vista, agazapada, dispuesta a saltarle a la yugular. Y no es extraño que en el mundo globalizado contemporáneo, en el que domina una mentalidad banal, tan insatisfecha como autocomplaciente (por creerse el culmen de la civilización y el progreso) y en gran medida desalmada (por preferir el tener al ser) le corresponda un monstruo como el ISIS: un fanatismo irracional y feroz, capaz de degollar inocentes, de violar niñas o de quemar vivo a un prisionero… Una Spectra del Mal, del que ningún sujeto está libre: occidental u oriental, pobre o rico, de izquierdas o de derechas… es el monstruo contra todos, que mata porque sí, porque es lo otro, primitivo, sangriento y abisal.

Claro está que, viendo cómo los poderes usan al ISIS como excusa para sus conflictos, por ejemplo para entrar a bombazos en Siria, empezamos a sospechar si este IS-ISIS-DAESH (diversos son los nombres del monstruo), no será también un ejemplo paradigmático de ese “monstruo amaestrado” del que hablamos. ¡Todos contra el monstruo! Especialmente, viendo cómo se acusan unos a otros de decir una cosa y hacer otra: que si los rusos bombardean en realidad a los turcos en vez de a los sirios; que si los turcos a quienes atacan es a los kurdos; que si los americanos y franceses al ejército de Assad… eso sí, todos dicen que ellos van a destruir al monstruo…

No podemos saber con seguridad si la mano que alimenta al monstruo es árabe, turca, israelí, yanqui, rusa, francesa o persa, o un poco de cada una de ellas, pero lo importante en este instante es recordar que un monstruo amaestrado no es exactamente un monstruo… es un juguete.

Así pues, duerman tranquilos, queridos conciudadanos y… felices sueños.