Se aproxima el 20-D

Por Manuel Peñalver Castillo

«Me interesa no solamente la realidad que nos rodea, sino también la que está en nuestro interior. Lo que más me interesa no es el suceso en sí, sino el suceso de los sentimientos. Digamos, el alma de los sucesos. Para mí, los sentimientos son la realidad. ¿Y la historia? Está allí, fuera. Entre la multitud», escribe Svetlana Alexiévich.

Un fragmento que leo para comenzar el día, mirando el infinito en esa soledad que se repite como un poema cuyo lenguaje desconocemos a la hora en punto de una emoción. «La guerra no tiene rostro de mujer». El periodismo y la literatura, sin ninguna frontera que les impida vivir la misma aventura en los textos que permanecen. Leamos a Tolstói. El reloj marca las 6.05 en la estación de Astápovo. El recuerdo, cuando teje las sílabas de un párrafo, nunca es circular.

Abro el periódico por otra página a la espera de una encuesta sin margen de error. La entrevista es en la calle, una mañana clara y hermosa. Huele a café tostado y la mitología parece indefinida, aunque el mar de Ulises esté entre nosotros. La frontera entre el otoño y el invierno es tan difusa como la de algunos programas electorales que han hecho resurgir como frase histórica aquel enunciado de Adolfo Suárez: «Puedo prometer y prometo». Hasta don Mariano viaja a Ávila para declararse centrista y hacerse la fotografía con el hijo del recordado presidente. Los políticos bailan, tocan la guitarra, cocinan, juegan al dominó, hacen juegos y se ponen y se quitan la corbata según el contexto y la situación. Facebook, Twitter, YouTube, QQ, Qzone, WatsApp, Google+. Mientras tanto, no sabemos bien si la operación Menina es metáfora o discurso literal. Es cierto que es el sobrenombre con que el ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, llama a la ambiciosa vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que no ha disimulado nunca sus aspiraciones: ser presidenta del Gobierno.

Las palabras esenciales siempre son un estímulo para construir una pieza oratoria que nos recuerde a Cicerón en la diáfana plenitud de la sintaxis y en la arquitectura semántica del significante. El problema es que hay que ir a la casa de Bertín a jugar al futbolín, a rendir cuentas de los amoríos, a demostrar las habilidades culinarias, el conocimiento de los nombres de los pueblos de España y del día exacto que conociste a tu mujer, a quién te la presentó, dónde y cómo. Asiduamente, los líderes tienen respuesta para todo. Lo que ocurre es que, muchas veces, la lectura que hacen de la verdad es diferente a la de los ciudadanos, porque estos contemplan la ciudad y el pueblo como son y no como parecen. Mostrarse cercanos y lejanos a un tiempo es una ventaja que está descrita. Pero, para aclarar y explicar, están la sabiduría convertida en palabra, la serenidad cuando nos miramos al espejo y el libro que custodiamos en los anaqueles como si el presente y el futuro fueran conceptos con la misma simetría.

Soraya, Pablo, Pedro y Albert en Antena 3 y en la Sexta. Rajoy, en el palacio de Doñana. ¿Quién ganó el debate? Ustedes deciden. En lo que respecta a las elecciones, todos los sondeos coinciden: gana el PP, a distancia de la mayoría absoluta, Ciudadanos está cerca del PSOE y Podemos remonta. El futuro de Sánchez revive la interrogación. ¿Mutará la arquitectura de la impresión en el debate del próximo lunes? Es la última bala que le queda. Como a James Steward, en aquel western.

El 20 de diciembre llama a nuestras puertas para pedirnos el voto en serena libertad. Ir a la cabina a coger la papeleta es recorrer con la mano lo que buscamos y tal vez encontremos con esa lógica que, en ocasiones, nos hace dudar en el preciso instante. El sendero hasta llegar a las urnas nos demuestra que somos personas y no números; al menos, en ese momento, donde todo el mundo sonríe: los apoderados, quienes están en la mesa, los conocidos, los familiares... Suenan la música rak y la punk rock. Pero las canciones de Bob Dylan y de Cat Stevens siguen perteneciendo a la fotografía incondicional del día siguiente. Al sur del mundo, el viejo tocadiscos aún es filosofía. Una voz se cruza en el limpio azul del amanecer. El olvido nunca sería entendido cuando el sol brilla y la vida vuelve a empezar para llegar al fondo de nosotros mismos. En el alféizar del silencio, los cristales del alba no se rompen. ¿Y el voto hípster? Las respuestas son siempre preguntas. «Leer a Joyce, hacer sonar el piano, arrojarse rosetas de maíz y copos de algodón». Ha vuelto a sonar la música de Bernard Herrmann. En un verso de cinco sílabas cabe el tiempo.