Un debate decisivo

Emilio Naranjo/EFE

Emilio Naranjo/EFE

Por Alejandro Pérez-Montaut Marti (@alejandropmm)

El próximo lunes presenciaremos lo que será sin lugar a dudas el evento político y televisivo más importante de los últimos años. Así es, un debate entre las cuatro fuerzas políticas que aspiran a gobernar España. Desgraciadamente no hablo de debate entre los cuatro candidatos a la presidencia el gobierno, puesto que Rajoy, como de costumbre, no asomará la cabeza, y será Soraya Sáenz de Santamaría la encargada de representar al PP por "cuestiones de agenda" del verdadero candidato, al que todas las encuestas sitúan primero en intención de voto.

Los cuatro grandes partidos se ven las caras el próximo lunes para poner encima de la mesa sus propuestas, defendiendo sus respectivos programas electorales. Tratarán de convencer a ese gran porcentaje de indecisos que no saben a quién entregar su confianza para los próximos cuatro años. Por un lado, Albert Rivera y Pablo Iglesias representan a esa "nueva política" que promete traer aires de regeneración democrática e institucional a nuestro país. Pedro Sánchez y la vicepresidenta sin embargo, cargan sobre sus espaldas con diferentes casos de corrupción en el seno de sus partidos, así como claras deficiencias durante gobiernos pasados que no precisamente avalan sus candidaturas. Sin embargo no hay que subestimarles, pues son grandes animales políticos acostumbrados a sobrevivir en medios hostiles.

Me gustaría expresar dos ideas antes del gran día.

Por un lado, tengo que manifestar mi decepción ante la negativa de Rajoy de asistir al debate. Durante mucho tiempo, el Presidente del Gobierno se ha dedicado a ejercer la política del miedo, advirtiendo a los españoles de que la victoria de un partido emergente sólo traería desgracia e incertidumbre a nuestro país. Rajoy habla constantemente de los experimentos que quieren poner en práctica los nuevos partidos, calificándolos de peligrosos, y pidiendo a los españoles que confíen en la experiencia de su partido. ¿Por qué entonces, con su amplia experiencia, decide no rebatir las propuestas del resto de formaciones? De tanto usar el miedo parece que se le ha metido a él en el cuerpo.

Pero Mariano es inteligente y decide mandar al campo de batalla a una de las pocas personas con agallas en su partido, para que el PP salga lo menos dañado posible. Y mientras su número dos se prepara para una dura lucha, él está preparando la comida en casa de Bertín Osborne, defendiendo como nadie su gestión. Y cuando digo "como nadie", me refiero a que nadie defiende su gestión así. A eso llamo yo creer en un proyecto y dar la cara por él.

Por otro lado, diré que tengo muchas expectativas puestas en este debate. Espero que no se convierta en un espectáculo televisivo que me recuerde a las tertulias de la más cutre prensa rosa. Lo que la gente quiere son propuestas concretas, sin acosos ni derribos. Los ciudadanos no necesitamos un "todos contra el PP". Necesitamos saber qué pretenden hacer los diferentes partidos con nuestro voto. Se me ocurrirían mil cosas que preguntar, y estoy seguro de que Vicente Vallés y Ana Pastor estarán a la altura de la situación e impondrán líneas de debate acordes con las exigencias de los españoles.

No queremos a una Soraya acusando a Podemos de afinidad con el régimen Venezolano, eso lo tenemos muy visto. Me recordaría al desafortunado debate entre Esperanza Aguirre y Manuela Carmena en Telemadrid, en el que Aguirre, en lugar de defender su proyecto, lanzaba acusaciones carentes de todo fundamento a Carmena. No queremos a un Pablo Iglesias acusando a Rivera de "querer gobernar para el IBEX-35", sino que buscamos averiguar lo que pretende hacer Podemos en materia antiterrorista, por ejemplo. Me gustaría que el debate estuviera a la altura intelectual a la que considero que están los candidatos. En el momento en el que empiecen con el tedioso "y tú más", la democracia habrá perdido.

En definitiva, espero que el debate arroje un poco de luz sobre aquellos indecisos que no tienen claro su voto.

Los candidatos se enfrentan a una dura tarea, y es la de volver a hacer creer a los españoles en la política. Espero que no la desaprovechen.