Dentífrico Rivera

Quique García/EFE

Quique García/EFE

Por Luis Parodi Díaz

Los expatriados somos afluentes de ríos de ideas frescas que provienen de Europa, de América o de Asía y que desembocan en la laguna de España. Escribo desde mi vigésimo séptimo piso de un rascacielos de la nueva zona de viviendas de extranjeros de la ciudad de Guangzhou (China), una de las principales fábricas del mundo.

Siglos atrás, los españoles, cuando todavía marcábamos pautas, salíamos al mundo para evangelizar. A día de hoy salimos para lo contrario, para tomar el pulso del exterior y devolverlo a España como regadío de vanguardias cada vez que regresamos en distintas épocas del año. Aparte de nuestro cometido de empresarios o puntas de lanzas de empresas españolas en el exterior, nuestra función social se basa en generar en nuestro país nuevos puestos de trabajo, mantener los que hay y, sobre todo, comunicar aquellas corrientes positivas que se dan en nuestros países de acogida y que podrían ser aplicables en España.

Y con esta suerte de quien ve más allá de las fronteras, con esos ojos abiertos, los oídos afilados y el sentido despierto, enfrentamos el pulso cotidiano a las exposiciones de nuestros políticos. Y encontramos a un Iglesias con una retorcida palabra sofista anquilosada en tiempos de sombreros de bombín; a un Pedro Sánchez que avanza tan poco como el hámster en la rueda de su jaula; y a un Rajoy menguado por las mordidas de sus compañeros y fosilizado en economías liberales de vitrina.

Sin embargo, cuando Rivera interviene nos da la sensación de que acudiera a alguna de las muchas tertulias que los expatriados mantenemos fuera de España, en donde se habla de una educación basada en valores más allá de formación, al estilo japonés, con maestros como máxima autoridad y funcionarios mejor retribuidos, porque la valía de nuestros empresarios en el 2050 depende de la calidad del profesorado; o le oímos hablando de lenguas que sumen y no que enfrenten; o pone el acento en los empresarios que con humildad, coraje y sin fines de semana se curten para generar beneficios, puestos de trabajo directo, indirecto y consumo.

Los que andamos en los 30-40 vemos en Rivera pasión, percibimos en su discurso sensatez, y sentimos en sus ideas, libertad. Si Iglesias supone el enchufe que trasvasa la limosna al estómago agradecido; si PP y PSOE se arrogan los votos de parados y jubilados, jubilados y parados, Ciudadanos es el dentífrico que nos permite soñar con una España moderna, libre y fresca.