Por Gerardo Gonzalo Pérez
Con el paso de los días, tras un necesario periodo de duelo y las lógicas muestras de dolor, los atentados de París han pasado del afloramiento de sentimientos de la ciudadanía (que se concretaban en La Marsellesa, y que yo evocaba hace una semana en una mítica secuencia de Casablanca), a una búsqueda más racional de causas y soluciones, con un ejército de analistas que intentan explicar lo ocurrido, y que hacer de ahora en adelante.
Como aportación fílmica al debate, en esta ocasión me decanto por un film que lleva el elocuente título de El fundamentalista reticente (Mira Nair, 2012), basado en un libro del mismo título de Mohsin Hamid.
La película, en la que intervienen varias estrellas hollywoodienses, nos cuenta la historia de un joven pakistaní, de mentalidad cosmopolita, que vive en Nueva York, y que se convierte en un analista financiero de éxito. Pero claro, a partir de un determinado momento, el entorno que le había acogido empieza a serle hostil por sus orígenes, lo que provoca en él una reacción que le lleva de ser un ciudadano plenamente integrado en el centro del capitalismo mundial, a un disidente que retorna a Pakistán, y que reniega de un sistema económico cuya moralidad acaba repugnándole.
Mi opinión del film no es buena, aunque interesante, no remata ninguno de los discursos que abre, ni como historia de amor (que la hay) ni como thriller, ni como testimonio de la época actual. Pero en cualquier caso, no por ello deja de tener interés su visionado.
Toda una ironía mi valoración de la película, no hay mejor metáfora de la complejidad de lo que está pasando, que un film que al igual que muchos de los análisis que aparecen estos días en los medios de comunicación, falla al explicar las causas de lo que ocurre. Quizás tan esmerados análisis debieran simplificarse a eso tan oscuro pero persistente en el tiempo que es "el mal" siempre presente, donde las supuestas causas no son más que excusas para llevarlo a la práctica.