Política teórica

Parte II

Por Sigfrido Samet

Las dos clases sociales

Hay personas creativas, tenaces y dispuestas a correr riegos. Otras en cambio -la mayoría- son mas bien rutinarias y prefieren la estabilidad y la seguridad.

Al primer grupo suelen pertenecer los empresarios y los científicos. A menudo fracasan, pero como son tenaces, insisten y buscan nuevos caminos. Y si tienen éxito, llegan a disfrutar de un alto nivel de vida y de gran prestigio. El empresario es el motor de la sociedad y su necesidad de ser competitivo le impulsa a demandar de científicos y tecnólogos conocimientos y técnica que le permitan bajar sus costos.

Las personas que constituyen el segundo grupo huyen de los riesgos y prefieren secundar la actividad de los empresarios. Al escudarse tras los empresarios, a cambio de una relativa seguridad, sus ingresos y prestigios son menores.

Si, víctimas de la competencia, algunos empresarios tienen que cerrar sus empresas, los trabajadores buscarán refugio en otras. Pero esto se vuelve muy difícil en épocas de crisis. Algunos trabajadores emigran, otros forman sus propia empresa, pero la mayoría queda en una situación tan precaria como dolorosa.

¿"Crear" puestos de trabajo?

En estas circunstancias surgen voces que piden "la creación de puestos de trabajo". Si el gobierno contrata más personal, tendrá que aumentar los impuestos que son su única fuente de ingresos. Por lo tanto, sería toda la sociedad la que pagaría los sueldos de los "nuevos" y a menudo innecesarios empleados.

Los "puestos de trabajo" los crean las empresas y no lo hacen para solucionar los problemas de los empleados, sino porque el crecimiento de la empresa (o su creación) requiere más personal.

Para los marxistas, los trabajadores son "explotados": el beneficio del empresario sería la cantidad sustraída (pagada de menos) a los trabajadores. Si esto fuera así, les convendría tomar el máximo posible de empleados: a más "explotados", más beneficios.

Sin embargo, vemos en la práctica que las empresas se mecanizan, automatizan e informatizan. La máquina produce mucho más velozmente que el ser humano, con lo cual se abarata el costo por unidad de producto.

La ciencia y la tecnología hacen que los productos y servicios tengan cada vez menos contenido de trabajo humano por unidad: éste tiende a cero. Cuando hay rápidos aumentos de la actividad económica (como sucede v.gr. al terminar una crisis) se necesita más personal a pesar del aumento de la productividad. Y siempre irán apareciendo nuevos productos y servicios. Pero la necesidad de personal aumentará cada vez más lentamente. El objetivo de la empresas, impulsado por la competencia, no es "crear puestos de trabajo", sino, a la inversa, disminuirlos. Por eso es razonable suponer que dentro de no mucho tiempo habrá en las empresas poquísimas personas (y de muy alta cualificación).

¿Futuro (cercano) socialista?

La gran mayoría de las personas no tendrá "trabajo" en el sentido en que lo entendemos hoy. Y las empresas, ¿a quién venderán sus productos y servicios? Como nos referimos a las consecuencias sociales de una altísima productividad, la producción será más que suficiente para todos. El "puesto de trabajo" tiene dos funciones: 1) participar en el proceso productivo; y, 2) recibir unos trozos de papel (llamados "dinero"), que acredita el derecho de cada uno de participar en el consumo de los bienes producidos. Éstas funciones se desdoblarán: en la segunda participarán todos, en el primera, unos pocos. Por supuesto, no se puede asegurar que el futuro próximo será así. Pero la complejidad social (creciente, y más aún por el aumento de la población) da lugar a fenómenos emergentes espontáneos, que resolverían el problema, como hemos dicho, o de alguna otra manera.

Y ¿a qué dedicarán su tiempo la mayoría de las personas (al no tener "puestos de trabajo"?. Siguiendo con las hipótesis sociales: cada uno podrá dedicarse a lo que le agrade (a las artes y a las ciencias, como creador y como docente, a viajar, a los deportes, etc).

Estas actividades beneficiarían a todos. Siempre habrá personas sin intereses claros y definidos, que serán consumidores pasivos de los productos culturales. Pero seguramente, el "clima" social les ayude a muchos de ellos a descubrir sus intereses y capacidades.

Tal vez alguien dirá: "¡pero esto es socialismo!".

¡Pues claro que lo es!. Pero mientras no se puede llegar al socialismo por vía política ni revolucionaria, surgirá como emergente de la altísima productividad. Cómo se producirá la transición, es imprevisible. Sin duda será muy difícil y exigirá cambios radicales en la psicología colectiva.