Cuanto más tarde, más traumática será la aplicación de la ley

Alejandro García/EFE

Alejandro García/EFE

Por José María Arévalo Miguel

Por una mezcla de complejo y credulidad, los "padres de la Constitución" cedieron a las presiones de los nacionalistas para acomodar la naciente Constitución española a sus malvados proyectos de futuro, creyendo que dichas cesiones terminarían con las ínfulas y delirios nacionalistas y que serían el camino de la democracia por el que ya transitarán los nacionalistas y del que nunca saldrían. Pero cediendo a las presiones de Pujol, por boca de su representante Miguel Roca -el independentista abogado defensor de presuntos fraudes de la realeza-, para introducir la palabra "nacionalidades" en la Constitución de 1978, y dejando una puerta trasera abierta -Título VIII de la Constitución- a la continua reivindicación de sus veleidades, lo que consiguieron fue alimentar el nacimiento de unos regímenes de impunidad, de latrocinio, y de racismo nacionalistas que impusieron un "apartheid" a todo lo español en sus territorios.

Los distintos gobiernos, tanto de izquierdas como de derechas, han ido cediendo cada vez más poder a los nacionalistas, en sanidad, en hacienda, en educación, o en los cuerpos y fuerzas del orden, y les han ido regando siempre con más cantidades de dinero de todos los españoles. Les fuesen necesarios para gobernar, o no. Siempre en aras del mantra de la responsabilidad de los nacionalistas para la gobernabilidad, todos los gobiernos les han tenido cual guardianes de los intereses nacionalistas, y siempre al contado.

Desde el primer momento ya se conocía como irían derivando los nacionalistas. El mismo Tarradellas avisó tildando de "dictadura blanca" el creciente poder omnímodo de Pujol. Pero no importaba, haciendo la "vista gorda" al incumplimiento de la Ley y consagrando el derecho a la desigualdad de todos los españoles en territorio nacionalista, la gobernabilidad estaba asegurada. Un mayor porcentaje de los impuestos, más dinero sin control para las Olimpiadas del 92, un mayor abandono del estado del sistema educativo, de los niños y de los padres, entregados al altar educativo de la inmersión lingüística nacionalista. Con todo esto y más, los regímenes nacionalistas han devenido, a pesar de los que hoy tiemblan pero que hasta ayer no se lo creían, desoían y hacían chanza de los que lo denunciaban, en un abierto secesionismo y en un clamoroso intento de golpe de estado sin violencia física. Nacionalismo que avanzando continuamente ante las timoratas respuestas del "estafermo" -Pedro J. dixit-, se ha lanzado ya, sin ambages, a la creación de los distintos estamentos fundamentales para la creación de un estado propio.

Ante tal proceso de "desconexión de España", que además ha sido financiado por el Gobierno del que no respetan ni acatan sus leyes ni su Constitución, y ante tal clan familiar, de la burguesía y del separatismo catalán, que ha aprovechado su poder para robar sin miramientos, convirtiéndose en el mayor régimen de latrocinio de Europa al menos, ya no cabe -aunque lo pretendan- más que aplicar solamente la ley pero con toda la fuerza y contundencia de esta.

Nadie se rasgó las vestiduras las veces que el Reino Unido suspendió la autonomía de Irlanda del Norte, con soldados y tanquetas incluidos; nadie se rasgó las vestiduras tras decretar el Gobierno socialista de Zapatero el estado de alerta por una huelga de controladores aéreos y ordenar tomar al ejército el control aéreo. Ahora tras la conspiración secesionista nacionalista catalana, el "golpe de estado a cámara lenta" y la declaración de no acatar la ley por parte de los representantes del estado español en Cataluña, ningún partido mayoritario quiere aplicar, ni siquiera nombrar, el art. 155 de la Constitución del Reino de España. Pretenden poner cataplasmas legales como el control de los Mozos de Escuadra y el control de la Hacienda catalana para ver si se pasa este golpe de "fiebre separatista", volviendo a dejar en manos nacionalistas a los catalanes y el sistema educativo, que es tan fundamental que sin cuyo control del estado continuaran inoculando el odio hacia todo lo español en más generaciones, desde sus más tiernos infantes.

La aplicación del 155 de la Constitución, cuanto más tarde, más traumática será. Durante la creación de la constitución de 1978, por ceder a los nacionalistas se perdió la herradura; con la cesión de más impuestos y sobrefinanciación se perdió el caballo; con la cesión de los cuerpos de seguridad se perdió el jinete; con la cesión de la educación se perdió el mensaje; con la cesión al incumplimiento de las layes y la Constitución se perdió la batalla; ¿se cederá a este golpe de estado y se perderá el Reino?

Venía a decir Clausewitz, que en la guerra tiene que haber vencedores y vencidos; y si los vencidos no lo aceptan y no lo reconocen, el tiempo de paz será corto.