La innación como modelo

Andrea Comas/Reuters

Andrea Comas/Reuters

Por Martio Martín Lucas

En época de la España franquista circulaba la leyenda de que el, entonces llamado a sí mismo generalísimo, dividía los asuntos que se le presentaban ante él en dos clasificaciones. Bajo sendos títulos, por un lado estaban “los que no tenían solución” y por otro lado los que se “solucionaban con del paso del tiempo”. Medio siglo después, otro gallego como aquel ha conseguido elevar a alarde la capacidad de gobernar sin mojarse en casi ninguna decisión y dejar que el paso del tiempo actúe, para bien o para mal, siendo capaz de mimetizarse con el entorno, llevando a estrategia política la célebre reflexión de otro gallego, Camilo José Cela: “En España, quien resiste gana”, sustanciando la inacción como modelo.

La reacción de Rajoy ante cualquier circunstancia es la inacción, sus decisiones nunca parecen propias ni consecuencia de un proceso de reflexión, sino consecuencia de las circunstancias, siendo célebre la alegoría utilizada por Pedro J. Ramírez al referirse a él como “el estafermo”, palabra que calificaba al muñeco que servía de entrenamiento en los juegos medievales y cuyo significado, según la RAE, es: “muñeco giratorio, con un escudo en la mano izquierda y una correa con bolas o saquillos de arena en la derecha, que, al ser herido en el escudo con una lancilla por jugadores que pasaban corriendo, se volvía y golpeaba con las bolas o con los saquillos al jugador que pasaba ligero” o “persona que está parada, como embobada, sin acción”. La imagen del muñeco que no reacciona a las embestidas de los demás, sino con la propia fuerza y dirección de aquellos, está más que acertada en este caso.

Quizás la clave de su forma de entender la política, y su inacción para mantenerse en ella, esté en la famosa frase que dirigió por “sms” a Bárcenas: “Sí Luis, lo sé, se fuerte”. Para muchos bienpensantes pudo ser solo compartir con aquel lo que él mismo se dice cada mañana frente al espejo: “Mariano: se fuerte, resiste…”, más allá de deslizar mensajes en clave a su ex – amigo y ex –compañero, ni reclamar explicaciones sobre los fondos en Suiza.

Aunque quizás la frase que mejor resume su forma de “no hacer” es la que empleó para responder a una pregunta sobre el rescate financiero: "oiga que si no tomo ninguna decisión, ya estoy tomando una decisión”, tan reveladora como su capacidad descriptiva al enunciar "un vaso es un vaso y un plato es un plato” o su gusto por evadir los debates, puesto de manifiesto con aquella otra cita de “puede pensar lo que estime oportuno, porque, a lo mejor, acierta”.

Cayó Matas, cayó Camps –a pesar del apoyo expreso del líder: “siempre estaré detrás de ti, o delante, o al lado”, incluso Carlos Fabra está en la cárcel, pero Rajoy permanece, quieto, sin mover un músculo, esperando que sus principales rivales para el 20-D sufran el desgaste producido por las cosas que dicen o por las coaliciones en las que han participado tras las elecciones municipales y autonómicas, él mientras tanto seguirá aplicando su receta: la inacción, mejor que sean otros los que se equivoquen.

Rajoy ha sido el presidente del Gobierno de España que ha gozado de una mayoría parlamentaria más amplia desde la reinstauración de la democracia, sin embargo a la vista de su imagen en esta legislatura parece que ha declinado más el verbo resistir que el verbo gobernar, y en pocas semanas puede alcanzar un record histórico: el de ser el primer presidente en no conseguir la reelección desde la transición. Su único plan para evitarlo es presentarse como la opción de la “previsibilidad” ante el caos con el que pretende identificar al resto de opciones, y defender la tesis de que debería gobernar la lista más votada, ignorando, de forma torticera e interesada que el régimen democrático español no es presidencialista y que permite articular mayorías sobre acuerdos de varias formaciones políticas.

Nada nuevo bajo ‘el sol mariano’: innación, y la clasificación de los problemas en dos: los que no tienen solución y los que se solucionan con el paso del tiempo, y más allá de ello siempre quedará el Registro de la Propiedad de Santa Pola.