El discurso del rey

Eric Feferberg/Pool/Reuters

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Por Lehdía Mohamed Dafa

El tradicional discurso del rey Mohamed VI, en el 40 aniversario de la “Marcha Verde”, que ha sido aprovechado para una visita de varios días a El Aaiún, parece pretender ser el inicio de un nuevo capítulo de la ocupación y el dominio de la mayor parte del territorio del Sáhara Occidental.

Hay tres líneas en la declaración que se pueden destacar. Por un lado la lista de proyectos e inversiones para el desarrollo de la zona y su mayor integración territorial y económica en Marruecos. Los proyectos anunciados van desde la construcción de una carretera que una Tiznit con El Aaiún y Dajla, pasando por nuevas rutas de transporte aéreo desde el Sáhara al resto de países africanos, acabar la conexión ferroviaria de Marrakech con La Guëra, la construcción de un puerto transatlántico en Dajla, nuevos proyectos de energía solar y eólica, la conexión de Dajla con la red eléctrica de Marruecos, o la apertura de unidades explotación pesquera, en El Aaiún, Bojador y Dajla a la inversión nacional y extranjera. De alguna manera, este conjunto de inversiones, de llegar a realizarse, suponen un paso mas en la consolidación del dominio de Marruecos y un mayor obstáculo para cualquier modificación sustancial del statu quo, al tiempo que representan mas puestos de trabajo y mejores servicios para los habitantes.

En segundo lugar se podría decir que se piensa en el Sáhara, y su singular modelo de desarrollo, como la plataforma para un acercamiento de Marruecos al resto del continente africano, empezando por una mayor interconexión e influencia en el África subsahariana. Fracasado el proyecto de integración del Magreb por la rivalidad con la vecina Argelia, podría estarse pensando complementar las alianzas atlantistas y europeístas de Marruecos con un mayor predicamento en los países africanos, la mayoría de los cuales, hasta ahora, están respaldando la posición de Argelia y del F. Polisario en el litigo saharaui.

Por último, además de una loa a “los auténticos y legendarios saharauis, un pueblo autosuficiente, que nunca ha esperado la ayuda de nadie” y que ahora se ven reducidos “en los campamentos de Tinduf a la miseria, la dependencia de la ayuda humanitaria y la privación de derechos”, reduce a los dirigentes del F. Polisario, interlocutores de Marruecos en las negociaciones auspiciadas por Naciones Unidas, a poco menos que unos depredadores de los miles de millones de la ayuda humanitaria (menciona la cifra de 60 millones de €/año) con cuentas corrientes y propiedades inmobiliarias en Europa y América Latina. Y carga contra Argelia por no hacer nada para mejorar las condiciones de vida de los refugiados a los que acoge. Con este ataque público se cortan, deliberadamente, los puentes de un futuro entendimiento y acuerdo para una solución negociada. De ahí la desesperación que empieza a cundir entre algunos saharauis, que ven como el final sigue siendo un espejismo.

La sociedad marroquí, hoy, apenas tiene que ver con aquellos que, Corán en mano, hace 40 años, fueron conducidos a ocupar el Sahara Occidental, ante el abandono precipitado de esa España, ancién regime, agonizante. Pero comparte con aquella un sentimiento nacionalista, que favorece la intransigencia del Mazjen. Marruecos, si conoce a los saharauis y quiere realmente construir conjuntamente con ellos el futuro de la región, tiene que hacer mucho mas que carreteras o bibliotecas y museos de la cultura hasaní, tiene que respetarles; tiene que reconocer su derecho a administrar su vida colectiva y recursos; y sobre todo, no puede atropellar sus libertades.

Un primer paso, sencillo y fácil, es permitir que los saharauis, especialmente los refugiados, puedan entrar y salir de su país con total libertad, sin exigirles pasaporte de otras nacionalidades, como ahora ocurre.