El genio de la balanza

Por Alberto Diaz Puertas 

Hace mucho tiempo, me dijo un grandísimo profesional: nunca hay que perder la perspectiva de la calle por muy bonito que sea tu despacho.

Esta frase bien se podría trasladar a la clase política.

Mucho ha cambiado la política desde el “nacimiento” de la democracia tras la Constitución del 78. No es que los políticos hayan cambiado en sí mismos, sino el ciudadano de a pie.

Las redes sociales han irrumpido con fuerza en nuestras vidas. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor, cuando cogemos el metro, bus, avión. O en los mismos restaurantes.

Hablar bien, ganar debates en público, antes era una simple asignatura optativa. Hoy, es algo más que eso.

El abismo que separa la visión de los políticos de la de los ciudadanos es cada vez más notable.

El señor Iglesias y el señor Rivera han sabido gestionar con éxito aquel consejo de sabios. Ellos están en la calle, sin perder la perspectiva, gestionando de manera efectiva las redes sociales. Y su estilo, a veces “campechano”, les hace estar aún más cerca si cabe del ciudadano de a pie.

La debacle de los grandes partidos está en el análisis del punto de partida. La gente no quiere debates clásicos en televisión, sino conversaciones de café, de tú a tú, sin normas, sin pactos. La gente valora cómo se desenvuelve el posible candidato en el agua, sin barreras que lo protejan y sin temas estudiados.

El señor Cantó captó esa idea rápidamente. Revolucionó la política al facilitar un número “WhatsApp”, creó grupos para salir a correr o para irse de copas.

Cierto es que es difícil destrozar un castillo de naipes con una estructura de más de 20 años, pero basta con buscar la similitud con la cresta de la ola para darse cuenta que estar en la cima sólo puede durar unos segundos.

Quedan dos meses, y el tiempo apremia. ¿Quién hondará en el ingenio para desequilibrar la balanza?