Dos profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts

Por Íñigo Val Eguren, profesor del Colegio Purísima Concepción de Logroño, @iValEguren 

La semana pasada hablamos de Harvard, la estrella de las universidades de la costa este de los EEUU. Se encuentra situada en Cambridge, una localidad que supera por poco los cien mil habitantes (más o menos del tamaño de Orense). Sólo por este motivo los habitantes de la pequeña ciudad de Massachusetts ya deberían sentirse orgullosos. No todas las ciudades pueden presumir de ser la sede de una de las diez mejores universidades del mundo (según la mayoría de las clasificaciones). Satisfecha, Cambridge saca pecho y dice: «pues yo lo soy de dos». Cierto, unos cuantos metros abajo del río Charles se encuentra el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), igualmente situado entre la clase alta mundial.

No extraña, pues, que el área metropolitana de Boston (donde se sitúa la Cambridge estadounidense) suela ser llamada «la Atenas de América», rivalizando con Nueva York y el área de la bahía de San Francisco. En el MIT trabajan Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee. El año pasado escribieron un libro, The Second Machine Age (Norton), que tuvo mucho éxito en EEUU y del que, por desgracia, aún no hay traducción española. El libro expone con un lenguaje asequible las líneas fundamentales de esta nueva «revolución industrial» en marcha, la del vertiginoso crecimiento del poder de computación, los robots, las máquinas “inteligentes”, el “internet de las cosas” y el big data; con las consecuencias que todo ello supone para la organización de la sociedad, el modelo económico y nuestro modo de vida.

Eduardo Suárez, un periodista de esta casa, entrevistó a los autores en un despacho del MIT y publicó la entrevista en medium.com (3 de marzo de 2014). Si se desea esperar a que alguna editorial traduzca la obra, es posible escuchar subtituladas en español las charlas que tanto Brynjolfsson como McAfee dieron para la organización TED (Technology, Entertainment and Design). El lector que lo desee puede encontrarlas en la web de la organización o a través de las aplicaciones para dispositivos móviles. A pesar de que, en mi opinión, TED está sobrevalorada –con ese aire un poco estirado de parte de la intelectualidad de tipo anglosajón- puede servir como medio para que los legos, como el que esto escribe, podamos estar al tanto de lo que se está haciendo en las disciplinas que, en teoría, están en la vanguardia del conocimiento y, de paso, aprender algo de inglés.

Digo que en teoría, porque como actualmente se tiende a desdeñar las Humanidades, se puede dar la paradoja de que lo visto como novísimo lleve en sí el aroma de lo arcaico. En cualquier caso, bienvenido sea todo esfuerzo divulgativo; de hecho, el lema de TED es Ideas worth spreading (ideas que merece la pena difundir). De todo hay en ese cajón: junto a un buen número de charlas interesantes, uno se puede encontrar ideas delirantes, sentimentalismo de última generación y tostones mayúsculos. Recomiendo que se escuchen las intervenciones de nuestros autores. Según Brynjolfsson «la tecnología no determina nuestro destino, somos nosotros quienes le damos forma». Cierto. ¿Por qué tener miedo de la revolución en la que estamos inmersos?

Conscientes de que no hay ninguna situación sin riesgos, no seamos como aquellos luditas británicos que en la Primera Revolución Industrial rompían las máquinas y aprovechémonos de ellas, sin olvidar las Humanidades.