Ciudadanos y los conceptos básicos de la política

EFE/Paco Campos

EFE/Paco Campos

Por Sigfrido Samet

Desde hace varias semanas vienen apareciendo en columnas de periodistas y politólogos, al igual que en las tertulias televisivas, machaconas críticas a Ciudadanos. Suelen sembrar desconfianza hacia este partido porque "oculta" si después del 20D apoyará al PP o al PSOE. Y para algunos es una falta de principios apoyar a la izquierda (PSOE) en Andalucía, y a la derecha (PP) en Madrid, además de no comprometerse a apoyar necesariamente al partido más votado.

La experiencia de los dos (hasta ahora) únicos casos es de haber apoyado a los partidos más votados. C's no puede saber a priori a qué partido apoyará, porque eso depende de los resultados electorales y de que el partido más votado acepte o no comprometerse a tomar algunas medidas concretas, pues C's no apoya siglas sino responsabilidad gubernamental. No interesa que un partido tenga la etiqueta de "izquierda" o de "derecha"; lo importante es lo que hace.

Hace 58 años, Anthony Downs escribió: "en una democracia los partidos políticos formulan su política estrictamente como medio para obtener votos. No pretenden conseguir sus cargos para realizar determinadas políticas preconcebidas o de servir a los intereses de cualquier grupo particular, sino que ejecutan y sirven a grupos para conservar sus puestos".

La función de los Gobiernos no es "transformar la sociedad", sino garantizar la seguridad, propiedad y libertad de los ciudadanos; la instrucción pública, la sanidad, la vialidad y las relaciones exteriores, con la máxima eficiencia posible. Por eso, cuanto menos ideología y más eficacia tengan los partidos, mejor será su desempeño si son elegidos. La ideología es el lente a través del cual se interpretan los fenómenos sociales, y la guía para intentar modificarlos. Los izquierdistas tienen ideologías e intentan cambiar la realidad. Los derechistas son pragmáticos y aprovechan los emergentes, las leyes que surgen espontáneamente de la complejidad. Por eso, izquierda y derecha no son opuestos: están en planos diferentes. Todos los intentos de cambiar drásticamente las estructuras sociales han fracasado (fascismo, comunismo, nazismo) por ignorar las leyes emergentes de la complejidad social.

Por eso no tiene sentido hablar de "la unión de las izquierdas". A pesar de las etiquetas que se pongan, PSOE y PP son partidos casi idénticos, por eso compiten "a muerte" y tratan de parecer diferentes exagerando puntos bastante insignificantes. El izquierdista hace propuestas, a menudo loables. Son expresión de deseos: casi nunca estudian su financiación ni sus consecuencias. A veces, por ejemplo, proponen aumentar los impuestos "a los ricos". Si como consecuencia los capitales emigran, no habrá a quien aumentar los impuestos. Y, peor aún, al cerrar sus empresas se destruirán puestos de trabajo. 

El "pueblo" es un universal, un concepto; no tiene existencia real. No piensa ni quiere nada: los pensamientos y deseos son inherentes a los individuos. Y, lo más importante: aunque periodistas y politólogos siguen hablando de "derecha" e "izquierda", estas no son, a mi juicio, categorías políticas, sino a lo sumo éticas (suele decirse que el nazismo era "de derecha". Pero, puesto que desde su origen la derecha es conservadora y la izquierda revolucionaria, es obvio -si estas palabras tuvieran algún sentido político- que el nazismo sería "de izquierda").

Luis Ventoso escribió en su columna de ABC "Y ahora, los curas" del 22-10-2015, que "todos los partidos socialdemócratas europeos arrastran un problema: el centro-derecha se ha apropiado de su mejor idea (el Estado del bienestar)(...)". Lamentablemente (para los socialdemócratas) tanto la idea como su plasmación se debe a Bismarck (el "canciller de hierro"), desde hace un siglo y medio.