Los fichajes de invierno de la liga política profesional

EFE/Fernando Alvarado

EFE/Fernando Alvarado

Por Carmela Díaz (@CarmelaDf)

Cacicada de Pedro Sánchez y lozanada de Irene. El nuevo cazatalentos socialista centrado en realzar los efectos especiales -¿pero esto no lo hemos sufrido ya con Zapatero?- y la recién fichada incorporándose al partido al que ha triturado verbalmente durante los últimos cuatro años. Todo muy en la línea de la regeneración política que reclamamos los españoles. Y a escasas ocho semanas de las Generales. PP y PSOE están haciendo la campaña a Ciudadanos. A los próceres del extinto bipartidismo les deben sobrar los votos. Ellos sabrán.

A Saulo de Tarso la conversión le sorprendió camino de Damasco, a Lozano suponemos que la luz reveladora le sobrevino sobre las alfombras nobles del Congreso. Pero desde el asfalto callejero las interpretaciones se dispersan. El runrún de barras y sobremesas viene a concluir que la conversa se funde sus códigos éticos si alguna vez los tuvo y a seguir calentando escaño aunque pertenezca a otra bancada. Cambiando de chaqueta, de principios y de siglas sin despeinarse. Exprimiendo el pesebre partidista y garantizando la pensión vitalicia. ¿Quién dijo oportunismo político? De vergüenza torera ni hablamos. Al menos hemos de reconocer que entrar por la puerta grande de la casta con los métodos y maneras que has atacado durante toda una legislatura tiene mucho mérito.

Y cómo obviar la juiciosa decisión de Pedro Sánchez: esa dedocracia consumada al más puro estilo aznarista, esa nueva lección de democracia interna de partido que pone en pie de guerra a sus bases y candidatos. Porque la exmagenta reconvertida sale ganando, pero el PSOE pierde. Los militantes se encuentran perplejos ante el espectáculo de los figurines mediáticos a la par que se sienten ninguneados de forma grosera. Pobres, tanto meses de actuación servil interpretando sumisamente el papel de fieles escuderos para que aparezca la trepadora superstar a birlarles el escaño. Que todavía andaban las criaturillas indigestas con la imposición de Meritxell Batet como número dos por la capital, cuando tienen que tragarse como flamante compañera a quien traicionó al partido que la encumbró. El PSOE madrileño, que ya estaba incendiado, se ha convertido en un inestable polvorín gracias a la inteligencia política de su amado líder.

Con lo que hemos padecido en los últimos tiempos piensas que ya nadie puede hacerlo peor; y entonces los socialistas aúpan como Secretario General al replicante peligroso de Zapatero (que si obtuviese el apoyo de Ciudadanos podría convertirse en Presidente tras el 20-D) quien además coloca a una candidata incoherente, docta en las sibilinas artes de la traición. ¿Qué hacemos mal los españoles para reincidir con semejante elenco de representantes?