Los medicamentos "low cost"

Por Francisco Martínez Peñalver, especialista en medicina interna 

Desde hace unos años los pacientes que acuden a nuestras consultas en el Servicio Público de Salud, sea de la Comunidad Autónoma que sea, conviven con unos medicamentos llamados genéricos porque representan lo mínimo que se le pide a una molécula para que cumpla el efecto deseado. Son medicamentos “low cost”. Se han colado en nuestras vidas bajo la promesa de que son “lo mismo” que las marcas, olvidando aquel viejo refrán castellano que dice que “nadie da duros a peseta”.

La Medicina, al igual que la política, es un campo abonado a la demagogia y a la libre opinión desde el desconocimiento mas profundo. Hay estadísticas lapidarias que demuestran que el mismo día que se pasó de una conocida marca de diurético a su genérico, la Furosemida, acudieron a los Servicios de Urgencias un 20% más de pacientes con exacerbación de síntomas relacionados con una dosis insuficiente del fármaco. Y si eso es con un medicamento que ayuda en los pacientes con Insuficiencia Cardíaca, imagínense lo que supone una dosis insuficiente en un antibiótico sobre la aparición de resistencias, y su repercusión sobre el resto de la población.

Hablamos de medicamentos genéricos, algunos de los cuales se producen siguiendo las normas de seguridad españolas, pero tambien de otros que vienen importados de países donde la seguridad alimentaria es nimia, por no hablar de los derechos de los trabajadores, o de su capacitación para manejar productos peligrosos...

¿Y estos aspectos son importantes? Son cruciales. La composición de un fármaco determina a qué velocidad se absorbe, cuánto tiempo debe hacer efecto, cómo y cuándo se va a eliminar; efectos que deben estar en manos de personal cualificado a tal efecto.

El medicamento genérico no es lo mismo que la marca, y prueba de ello es que tras una denuncia de Farmaindustria se retiró la publicidad estatal que pregonaba dicha igualdad.
Hablaba antes de la demagogia en la Medicina, la misma que a muchos les hará pensar que como soy médico recibo dinero por este artículo desde algún laboratorio. Pues miren, no es así, lo que les digo es el resultado de una práctica diaria, de lo que ustedes, los pacientes, me dicen, de lo que veo en sus analíticas y en la evolución de sus enfermedades, pero déjenme que les cuente una cosa. Los avances en Medicina del siglo XXI parten de la iniciativa privada, de empresas que invierten miles de millones de euros pero que a cambio quieren sacar partido a su inversión.

La partida del Estado para investigación es ridícula y todo el mundo debería saberlo, por tanto, de alguna manera debemos mejorar nuestra percepción de los laboratorios farmacéuticos, que a día de hoy son los que se gastan el dinero para que usted y yo tengamos mas opciones terapéuticas para el tratamiento de nuestras enfermedades.

Y para terminar, una idea malévola. ¿No tendría sentido que el Estado pusiera trabas a los médicos en su trabajo, entre otras medidas obligando al uso de fármacos de peor calidad, para que disminuya el número de años que tiene que pagar las pensiones de cada habitante?

¡Que tengan buen dia!