El renovado papel del Senado

Por Gonzalo Niederleytner

Sí, señoras y señores: el Senado puede volver a tener sentido. Ese que perdió hace siglos y que la Transición intentó remontar sin éxito.

Si hace unos días hablaba yo de la reforma de la Constitución, me centro ahora en exclusiva en la reforma de la Cámara Alta, ese 'cementerio de elefantes' en el que se ha convertido.

En ningún país del mundo se publican tantas páginas diarias de boletines oficiales como en España. Las Comunidades Autónomas son fuente inagotable de legislación, a veces hasta para las cosas más absurdas e insignificantes.

Pues vean qué fácil es la solución. Volvamos a un único Boletín Oficial del Estado. Toda la legislación que emane de las Autonomías debe pasar por el Senado, que se convertirá de manera efectiva en una cámara de representación territorial. Las leyes se aprueban por el Senado, o se adaptan por igual a todas las Comunidades Autónomas. Y con eso van al BOE y se publican para su entrada en vigor. Y si la adaptación necesaria es mayor, que pase por el Congreso antes.

Así, no habrá 17 licencias distintas de caza, como pasa en la actualidad. Ni habrá prohibiciones para las corridas de toros en algunas CCAA. Ni coberturas sanitarias distintas ni temarios educativos diferenciados. Todos los españoles somos iguales. Y todos tenemos una historia común que data de 1492. No nos pongamos ahora, después de 500 años, con reivindicaciones históricas que no conducen a ninguna parte.

Tenemos que volver a escribir una historia común, un futuro próspero. Y dejar un mejor país a las generaciones venideras. Si no, nos lo echarán en cara nuestros nietos.

Eso se consigue con una unidad de criterio, una unidad legislativa, una sola Ley, que permita avanzar y superar este guirigay autonómico en el que nos metimos en 1978 después de una fusión maravillosa que dio buenos resultados desde el reinado de Isabel y Fernando hasta el de Juan Carlos I.