Analogía digital

Por Chema Rubio

El siglo XXI ha traído una contradicción a los grandes despachos de los medios de comunicación. El mundo digital se implanta poco a poco en los modelos de nueva empresa mientras que los medios de siempre se resisten a dejarse caer del todo en los brazos de los números binarios.

La prensa no ha logrado el salto digital total. Las grandes editoriales en España no han sido capaces de copiar el formato americano de digitalización de contenidos. Es cierto que las cabeceras españolas han dado un paso clave en plataformas como Orbyt o KioskoYMás pero su web les arrastra y los contenidos no se regeneran.

El diario Marca es el claro ejemplo de duplicidad de contenidos. El periódico está disponible en las plataformas digitales y, por supuesto, en los quioscos. Pero su web consigue que el lector no sienta la exclusividad de sus contenidos. Las noticias, reportajes o entrevistas del periódico son fusiladas a las pocas horas de la mañana en la web y la web es accesible a todos.

El pago de los contenidos en la web tampoco se ha instalado en las conciencias españolas. La mentalidad del “todo gratis” fluye por nuestra sangre y contagia a las nuevas generaciones que tienen aún más a mano no pagar por lo que ven o por lo que leen.

Ningún periódico ha conseguido cerrar su web con el cerrojo de la exclusividad porque los lectores no lo valoran. Ejemplos como El Diario o EL ESPAÑOL intentan conseguir que se valore el trabajo del periodista y que el consumidor de noticias entienda que si tiene que pagar por esa información es porque es la mejor y más completa que puede encontrar. ¿Suficiente? En absoluto. Miles de webs ofrecen algo parecido aunque más limitado que sirve para evitar el pago.

El mundo de la radio vive momentos de confusión absoluta. Las grandes emisoras de radio zozobran perdidas entre los datos del EGM. Da para un post entero pero, a trazo grueso, se puede decir que la apuesta de Cadena Ser pasa por vivir de su imagen con un mínimo de periodistas en plantilla. Cope ha hipotecado su futuro para comprar unos postes analógicos de Punto Radio, contratar –por productora- una plantilla de deportes de más de 60 personas o poner al frente de sus mañanas a Carlos Herrera. Mientras, Onda Cero capea el temporal con el formato que una vez hizo grande a Cadena Ser y utiliza voces de la casa acompañadas por una parrilla que se puede recitar de memoria temporada tras temporada.

Todo esto, rociado con un EGM con olor a rancio. Estar en las redes sociales, tener millones de seguidores, diversificar la emisión por la web, tener un canal de podcast específico… no es compatible con gestionar la publicidad dependiendo de un sistema analógico de recuento de audiencia basado en el recuerdo de la víspera entre otras miles de preguntas de un cuestionario infinito.

Mientras, la televisión hace honor al dinero que genera y dispara su presencia digital sirviéndose de las redes sociales para mantener en parrilla sus programas. Así pasa con los realities de Cuatro y su fuerte impacto en Twitter.

En resumen, la era digital ya ha comenzado, es la que sigue a la contemporánea y la que se va instaurando poco a poco en los medios. Queda concienciar al público, hacerle selectivo y explicarle que la calidad se paga. La analogía de lo digital no funciona.