El día de la fiesta nacional y EL ESPAÑOL

Por Miguel Moral Moral 

Ayer debería haber sido un buen día, quizá el mejor, para lanzar EL ESPAÑOL. ¡Qué mejor día que el día de nuestra fiesta nacional para el nacimiento y sucesivos aniversarios de este medio con semejante nombre!

Pero en lugar de conmemorar esta fiesta, lo que hicimos de nuevo fue sufrirla. No me gustaría decir lo mismo de siempre: un país sumamente cainita, que no aprende ni reconoce su historia... procuraré ser más original.

Sin entrar de lleno en qué es España o desde cuándo existe, creo que sí es posible definir lo que no es: España no es una nación en la que no se encuentre Cataluña, ni Galicia, ni el País Vasco (me da vergüenza escribir Vascongadas, lo siento, he leído textos de la II República Española en la que gobiernos de izquierda denominaban así a esta región sin ningún problema, pero el franquismo ha hecho mucho daño en ese sentido). España no es Madrid. Si se desmembrara este país, aunque solo fuera una región o comunidad autónoma, lo primero que habría que hacer es cambiar su nombre por otro: los que quedásemos o quedaran, deberíamos/deberían buscar otro nombre más apropiado; pero no se puede seguir llamando España.

A este respecto ha hecho mucho daño el vocabulario utilizado durante tantos años; esa equiparación "Cataluña-España", las "relaciones entre Cataluña y España". Son las relaciones Cataluña-Resto de España. Cataluña y España no comparten epígrafe, ni sangrado.

¿Cuánto hace ya de la muerte de Franco? En unos días, cuarenta años. Su gobierno (desde el final de la guerra civil), duró treinta y seis. ¿Cómo es posible que en una democracia ya más duradera que la dictadura, se cuente como se cuente, siga este centro-derecha con este sentimiento de culpa que lo atenaza?

Estoy cansado de un centro-derecha, de unos liberales-conservadores, que pasan de puntillas por el sentimiento nacional y cuyo principio fundamental es el adalid de la izquierda: "ser políticamente correcto". ¡Vaya expresión tan siniestra! ¿Cómo es que ser políticamente correcto equivale a ser un demagogo integral? ¿no debería ser al revés? Precisamente la corrección política pasaría por decir la verdad, y no lo que el pueblo quiere escuchar.

Cansado de un centro-derecha que no me representa, que se avergüenza de ser centro-derecha, que pide perdón por los males que causa el liberalismo, pero que no expone sus beneficios, que cae una y otra vez en una demagoga dialéctica, que sólo entiende la izquierda; que no tiene principios ni valores. He comenzado criticando como defecto nuestro carácter cainita del español, y precisamente acabo atacando al partido que debería apoyar. Ironías de la vida; también es cierto que denostar a nuestra izquierda actual es demasiado fácil.

No me gustaría pasar esta oportunidad para abrazar este proyecto de EL ESPAÑOL y acompañarlo en su caminar, en esta tortuosa senda de la vida de nuestra nación. Dos cosas:

Primero: espero que su finalidad última sea esencialmente didáctica o pedagógica. Lo necesitamos. Es fundamental hacer pensar al español, hacerlo director de su propia vida, hacerlo fuerte y capaz de acometer cualquier empresa; y dejar de ser una marioneta en busca de subsidio. Esta empresa lleva tiempo... años, pero hay que acometerla desde mañana. En este sentido quiero indicar que espero que este proyecto dure muchos años, que nos sobreviva. Entiendo que Pedro J. desea en dos meses abrir los ojos de mucha gente, para que todos conozcamos a fondo al "estafermo", y obremos en consecuencia. Pero en dos meses hay que asumir que la influencia va a estar muy limitada (en el tiempo) y poco puede afectar ya a la tendencia general para las Generales. No os ceguéis, el trabajo es arduo y tedioso, pero el enfoque debe estar puesto mucho más allá de Diciembre.

Segundo: aun aceptando como un buen emblema de este medio al león, y por supuesto infinitamente mejor que un manido y tópico toro, preferiría a otro animal más español, como lo es el lobo. Entiendo que sobre gustos... colores, y que en España todavía nos queda un sentimiento de acritud ante tan bello animal; pero me dice más cosas y lo siento más mío que un león. Un felino es menos de fiar que un cánido. Es solo una opinión, naturalmente, con la que casi nadie coincidirá. También podría ser esté influido porque prefiero los Stark a los Lannister.