Vivimos en la ignorancia creyendo saber

REUTERS/Denis Balibouse

REUTERS/Denis Balibouse

Por María Oliver Román

Hay varias organizaciones en el mundo que intentan proteger los derechos humanos, vendiéndonos la idea de que la paz mundial es posible. Formadas por países hegemónicos, en su mayoría capitalistas, parecen querer conseguir que la globalización y la democracia vayan de la mano.

Sin embargo, ¿a qué nos referimos con democracia? La palabra en sí misma debería significar justicia, igualdad, libertad de expresión. Poder que se otorga al pueblo para el pueblo. “Égalite, liberté, fraternité”. ¿Verdaderamente tenemos los ciudadanos ese poder?

Muchas de estas organizaciones, incluyendo las Naciones Unidas, la OTAN y la UE, parecen ser incluso más corruptas y oscuras que los propios regímenes extremistas que dicen querer eliminar para proteger a los ciudadanos. Parece que su política exterior se basa únicamente en entrometerse en los conflictos que tienen lugar fuera de sus fronteras. Usan su poder y soberanía para entrar en territorio extranjero intentando implementar su ética, vendiéndonos la idea de que es su deber proteger a la ciudadanía de la nación afectada y que ésa es la única manera y su último recurso.

Sin embargo, ¿cuántos ejemplos tenemos de cómo estas organizaciones y las naciones que las rigen usan cualquier revuelta, crisis o guerra civil para poder irrumpir en territorio ajeno en su propio beneficio?

Tomemos a Libia como ejemplo. Muamar el Gadafi tomó el poder el 1 de septiembre de 1969, creando la República Árabe de Libia. Durante los últimos años de su mandato cometió graves errores que causaron una revuelta en su país, amenazando su liderazgo. Las Naciones Unidas priorizaron el caso de Libia en busca de soluciones. Mientras, hacían pactos y amistad con Gadafi dirigentes como Barack Obama y Nicolas Sarkozy. Gadafi sabía que su popularidad caía en picado así que intentó incrementar sus vínculos con Occidente. Estaba llegando a pactos con la Unión Africana para llegar a un acuerdo con los rebeldes y la oposición. Pero no se le dio la oportunidad de actuar. Los dirigentes de los países que hacía semanas le daban la mano y la apoyaban, ahora le daban la espalda.

Los medios de comunicación le describían como un asesino, tirano y violador de los derechos humanos. Sin pruebas suficientes, ni razones confirmadas, las Naciones Unidas acordaron intervenir militarmente en Libia con la excusa de que Gadafi y su gobierno estaban violando los derechos humanos de sus ciudadanos y llevando a cabo genocidios en sus tierras. Ambos hechos jamás se confirmaron y Gadafi fue asesinado en nombre de la paz, y a su lado miles de civiles inocentes. Su muerte ni siquiera se desveló con claridad. Medios de Estados Unidos decían que fue bombardeado mientras Alemania confirmaba que había muerto a causa del fuego causado por las explosiones.

Al final, el vídeo en el que se grababa su muerte a manos de los rebeldes apareció en todas las redes sociales y finalmente en televisión. Los medios y todos los dirigentes políticos decían que era una victoria, el tirano había muerto y ahora Libia y sus ciudadanos tendrían la oportunidad de implementar una democracia.

¿Quién dirige Libia ahora? La mayoría de las ciudades del país han sido reducidas a escombros donde reina el caos. Unas revueltas sustituyen a otras en busca de conseguir el poder y el control del país. Ahora, inversores europeos y americanos son los que están llevando a cabo la reconstrucción del país, las multinacionales petrolíferas alemanas, estadounidenses y españolas se han asegurado la cantidad que les beneficia del botín de petróleo que Libia contiene. Los mismos países que apoyaron y llevaron a cabo la eliminación del gobierno de Gadafi son ahora los que se benefician del caos en el que vive el país. ¿Su principal objetivo era proteger a la población de Libia o proteger sus bolsillos?

Ahora le toca a Siria. ¿Es el campo de batalla de la geopolítica? Rusia versus OTAN. ¿Una guerra civil? Donde excepto en el bando oficial, la participación extranjera de mercenarios pagada por otros países árabes como Arabia Saudí y Qatar parece ser la mayoría. 

Desde el comienzo de la Primavera Árabe, que cogió a estas poderosas naciones desprevenidas, han intentado aprovecharse de la revuelta de Oriente para impulsar su economía y liderazgo mundial. Al parecer, los medios participan en esta tapadera, siendo subjetivos, sin rastro de verdadera honestidad.

¿Debemos creernos pues, todo lo que escuchamos y leemos? Sí, vivimos en países democráticos, tenemos acceso a toda la información que deseemos y más pero los gobiernos y sus medios siguen controlando esta información. Los ciudadanos sólo sabemos lo que quieren que sepamos y nos creemos lo que quieren que nos creamos.

Si todos los países en desarrollo implementasen la democracia, los convertirá a la larga en potencias mundiales, serían naciones que ya no podrán ser manipuladas por las potencias actuales, pero seamos sinceros, este cambio no beneficia e impedirán que suceda.