El joven arponero ingenuo

Christopher Michel/Flickr

Christopher Michel/Flickr

Por César Sampedro Sánchez, Doctor en Historia

“Llamadme Ismael”- sí, hoy me podéis llamar Ismael, pues tras el resultado de las últimas elecciones, he quedado absorto por la historia real que inspiró Moby Dick de Herman Melville. En el corazón del mar de Nathaniel Philbrick, recrea una historia verídica, pues parece que existió algo parecido al gran cetáceo de la novela, como el malaventurado ballenero Essex y sus náufragos.

El pasado 20D, el Partido Socialista ha aguantado el tipo, a pesar de la pinza política y mediática descrita aquí, ha permanecido en el segundo lugar tras la lista más votada y el primero de las llamadas fuerzas de izquierda. Finalmente, la ballena, en forma del IBEX 35, de las grandes cadenas de televisión, de los lobbies empresariales, y de los mal llamados emergentes, no ha podido engullir al centenario partido.

Es cierto que resultado de estas elecciones nos tiene que llevar a una reflexión, y en eso coincido con Susana Díaz, quizás entonando el “he entendido el mensaje” que Felipe González pronunció en el 93. En cualquier caso, la posición para el PSOE y sobre todo para Sánchez es endiablada.

Por un lado, hemos manifestado claramente que no entregaremos el gobierno al PP, porque nuestros electores no nos han votado para que hagamos presidente a Rajoy, pero por otro se convierte en una labor titánica el acuerdo con una fuerza como Podemos, que desde el primer día no piensa en otra cosa que en destruir al PSOE, más otras como ERC que ya están inmersas en iniciar el proceso secesionista en Cataluña.

Desde luego, la banda del Coletas ha demostrado tener una estrategia bien ideada al plantear el absurdo requisito del referéndum como condición sine qua non para formar gobierno, o llegar hasta la ridiculez de proponer un candidato independiente, es decir un presidente no elegido (la nueva política proponiendo una solución tecnocrática). Intuyo que están forzando la convocatoria de nuevas elecciones para aprovechar la ola y engordar sus resultados.

En estas elecciones ha quedado muy claro que el cachalote de Podemos quiere engullir de una forma u otra al centenario partido. Por eso me siento como un joven arponero a bordo del Essex, capitaneado por el capitán Pollard y el oficial Owen tratando de arponear y detener al gran cetáceo. Jamás había visto unos comicios tan teledirigidos por las grandes cadenas de comunicación y las encuestas.

Por ese motivo, al margen o no de si se consolida un futuro gobierno de coalición de las diferentes fuerzas, que ahora ya sí forman parte del arco parlamentario, o de si tendremos en tres meses nuevas elecciones generales, cabe iniciar ya una reforma desde dentro.

¿Acaso no será mejor concurrir con listas desbloqueadas o abiertas? ¿Hablar también de regeneración democrática, de transparencia? ¿No nos merecemos un nuevo planteamiento de la política más abierto a la ciudadanía donde los partidos no sean sólo estructuras, sino que estén en conexión con la sociedad? (no confundir con democracia asamblearia)?

Más democracia, más transparencia y más igualdad. Nuestros bolsillos, como decía el viejo profesor Tierno, deben ser de cristal y para ello tenemos que apostar por métodos de fiscalización de acción diaria. ¿Acaso no cabe la exigencia de un estricto código ético? (claro que ni el procesado, ni el imputado deben figurar en ningún cargo orgánico). ¿Acaso no cabe la revisión del aforamiento de los cargos públicos? ¿No pensamos que no debe existir ninguna distinción en materia laboral, fiscal, judicial o de cualquier otra clase para ningún cargo público?

Avanzar hacia un estado federal, eliminar duplicidades de competencias, revisión del poder de las Diputaciones, y si el Senado no se convierte en una cámara territorial, cerrarlo. Unificar instituciones, ¿por qué no disponemos de un único Tribunal de Cuentas, así como de un único Defensor del Pueblo? Por último, los Ayuntamientos son la primera entidad de gestión a donde acude el ciudadano. Es el momento de ampliar la participación ciudadana. Mejorar su funcionalidad, eliminar los cargos públicos irrelevantes para su funcionamiento. El joven arponero ingenuo, seguirán bregando junto al capitán Pollard, pero por ahí resuena la ballena…