Pedro, la pelota en tu tejado

J. J. Guillen/EFE

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Por Alejandro Pérez-Montaut Marti (@alejandropmm)

El 20-D ha supuesto la entrada a una nueva era política. Cuatro grandes fuerzas políticas se reparten la mayoría de los escaños en el Congreso, haciendo de España un país difícilmente gobernable con los resultados obtenidos.

Las dos fuerzas emergentes consolidan su crecimiento, dejando clara su presencia en España, mientras que el bipartidismo pierde fuelle. El Partido Popular pierde la mayoría absoluta quedando lejos de alcanzarla y el PSOE demuestra, con los peores resultados de su historia, que es un partido menguante.

España necesita un gobierno. Eso es lo primero que se deberían tatuar en la frente aquellos que abogan por un bloqueo a otras formaciones políticas. Seamos claros, los españoles han hablado y no lo han hecho de la forma más clara posible. La fuerza más votada lo tiene muy difícil para formar gobierno, puesto que ni el PSOE ni Podemos están en principio dispuestos a abstenerse para facilitar un gobierno del PP. Me parece irresponsable, sobre todo por parte de Pedro Sánchez. Sí, Pedro Sánchez es el mismo que hace pocos días decía que si no ganaba las elecciones sería un fracaso para su partido. Es el mismo que a esta hora no ha puesto su cargo a disposición de la ejecutiva de su partido. El señor Sánchez ha dicho tantas cosas que yo ya me pierdo.

Desgraciadamente, él y su ambigüedad son las piezas fundamentales que faltan para completar el puzzle de una España ingobernable. Pedro Sánchez determinará si hay gobierno o si por el contrario, dentro de tres meses se celebrarán nuevas elecciones. Nuevas elecciones en las que el gran perdedor sería el Partido Socialista. Al bloquear la formación de un gobierno plural y sin mayorías absolutas, los votantes moderados del PSOE se decantarían por otra fuerza que sí tuviese la valentía y capacidad de sentarse a negociar. Admitamos que el voto de la izquierda verdadera hoy es propiedad de Podemos -y de sus muchas coaliciones-, siendo residual en el PSOE. Pedro Sánchez sabe que si comete cualquier tipo de fallo, el destino de su partido no se pinta muy esperanzador. Espero que sepa lo que hace al negar la abstención a la investidura de Rajoy, pues puede costarle muy caro. El candidato socialista deberá decidir si se somete a las exigencias de un partido que pretende vender España en porciones o si prefiere un gobierno en el que haya que sentarse a dialogar y llegar a acuerdos, pese a no ser él quien lo presida.

Las mayorías absolutas han llegado a su fin. Es lo único que España ha manifestado, y por tanto lo único que podemos sacar en claro de estas elecciones. Sin embargo, me da la sensación de que hay partidos que no están preparados para adaptarse a la pluralidad política, entre ellos Podemos, que no se puede adaptar puesto que acaba de entrar en el Congreso de los Diputados. No hay vencedores en estas elecciones, sino que hay igualdad de ideologías. Esta nueva forma de ver la política exige que nuestros dirigentes gocen de una cierta madurez como para no dar una pataleta infantil por no haber sido ellos la fuerza más votada. Desde Ciudadanos anuncian que se abstendrán para facilitar el gobierno a la fuerza mayoritaria, pero dejan claro que no entrarán en ningún gobierno, ni con el PP ni con una coalición de izquierdas. El PP por su parte lo dejó claro hace tiempo, ellos dejarían gobernar a la lista más votada. Es absolutamente lógico, y eso debería hacer también el señor Sánchez. A Podemos no se lo pido porque se ve que es tarea imposible. Parece que también lo es para el PSOE, y no me sorprende viendo a día de hoy la ideología falsa de izquierdas de la que presumen, que no se corresponde con la que luego ponen en práctica. Creen supuestamente en la unidad de España pero en la Comunidad Valenciana pactan con Compromís. Tal es la incoherencia de sus actos, que hace poco optimista el futuro de España si en sus manos está.

La pluralidad política que tanto deseamos pasa por aceptar medidas con las que no estamos totalmente de acuerdo. España está ya fragmentada, pero si nuestros dirigentes no dan imagen y ejemplo de unión, sólo conseguirán acentuar esa división. Una vez más se confirma que los intereses son diversos. Unos se preocupan por España y están dispuestos a hablar, mientras que otros colocan un muro de hormigón con el objetivo de dificultar la comunicación, mostrando el poco respeto que tienen hacia su país.

El PSOE ahora mismo duda. No tiene muy claro si quiere ser la sometida y obediente criada de los radicales y separatistas, o si por el contrario quiere dar estabilidad a su país y hacer un esfuerzo por llegar a gobernar con la fuerza del pacto, diálogo y entendimiento.

Señor Sánchez, la pelota está en su tejado. Tenga cuidado y no la pinche.