Lo que puede decantar mi indeciso voto

Por Miguel Angel Villalba Saez

"Quien olvida su historia está condenado a repetirla". Una máxima que he oído mucho en lo últimos tiempos y con la que estoy de acuerdo pero que, como ocurre con todas las reglas, tiene sus excepciones.

Y la mayor excepción tiene un nombre: España.

Porque en esta España, joven en democracia (aunque ya no tanto), se sigue utilizando la historia como arma arrojadiza sobre todo por una parte de la población que se empeña en revivir viejos fantasmas continuamente y, llegado el caso, gobernar con las entrañas. Con revanchismo.

Y a pesar de los casi cuarenta años transcurridos, sigue moviéndose el famoso péndulo que unos partidos y otros se empeñan en no dejar quieto, forzándolo hacia su lado cuando gobiernan y provocando el natural efecto rebote cuando gobierna el contrario. Haciendo lo suyo y deshaciendo lo que hizo el anterior.

Y si bien a la hora de gobernar hay materias en las que las diferentes ideologías han de aplicar las medidas que creen adecuadas para el buen funcionamiento del país, hay una que no puede utilizarse de forma partidista y menos aún para adoctrinar: la educación. Este país tiene su historia y sus tradiciones y es conveniente que en todo el territorio nacional exista una base común de aprendizaje sin menoscabo de las peculiaridades culturales propias de cada región.

Si algo debe ser neutral es la información/formación sobre todo en cuestiones históricas. Contar lo que pasó, sin más.

Cambiar continuamente el sistema educativo, pretender adoctrinar, facilitar información sesgada o tergiversada, sólo nos ha llevado al fracaso escolar y por ende al fracaso en la educación democrática.

Por eso un planteamiento que he escuchado varias veces a uno de los partidos emergentes, sin que parezca que haya tenido mucha trascendencia, está inclinando mi indeciso voto hacia dicho partido.

Y es que el consenso en educación propuesto por Albert Rivera me parece fundamental para sentar las bases de un cambio de verdad que nos lleve a tener ciudadanos bien formados en democracia y críticos sí, pero no extremistas.

Porque tengo la sensación que, de seguir así, volveremos a caer en errores –graves- de nuestro pasado a fuerza de recordar nuestra historia de forma inadecuada.