Jefe nuevo, misma decepción

Por Luis Martínez Santiago

Cuántas veces hemos escuchado a un jefe cuando define sus directrices ponerse a disposición de sus empleados anunciando que la puerta de su despacho está abierta para cualquier problema, y cuántas veces nos la cerrado en las narices, quizá antes incluso de haber intentado acercarnos a ella. No hubiese sido más acertado afirmar que se va a intentar compaginar las políticas de la compañía con las necesidades personales. Nadie se iba a llevar una decepción antes de comprobar que una política de lealtad en ambas direcciones es la mejor arma de productividad y eficacia que pude lograr un líder. Los nuevos estilos de liderazgo no traen más que antiguos criterios de sumisión disfrazados de presentaciones y gestos de cara a la galería.

Por desgracia la norma que ha imperado siempre entre jefe y subordinado es la ley de embudo: “la parte ancha para mí y la estrecha para los demás”.