Encuestas y elecciones

MsSaraKelly/Flickr

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Por César Sampedro Sánchez, Doctor en Historia.

En estos días en los que nos inundan las encuestas, debemos ser cautos, primero pensar en que estas representan un estado de ánimo de la población en un momento determinado, son una foto fija, nada más. Ni siquiera los más reputados sociólogos del país, pienso ahora en José Félix Tezanos, que anualmente realizan una encuesta rigurosa y pormenorizada, pueden asegurar con rotundidad que sus datos se corresponderán con el resultado final.

Hagamos una revisión de momentos claves electorales de la reciente historia democrática de Europa para hacer una valoración justa. En mayo de 1945 terminada la II Guerra Mundial, dos meses después hubo elecciones generales en Gran Bretaña. Winston Churchill, artífice de la victoria y héroe nacional indiscutido, se presentó de nuevo al frente del Partido Conservador o Tory. ¿Arrasó en las urnas el héroe? No, arrasaron sus adversarios, los laboristas de Clement Attlee. ¿Qué es lo que había pasado? Simplemente que había cambiado la agenda del país. Ya no se trataba de ganar una guerra, sino de reconstruir una nación exhausta y comenzar a recuperar el bienestar. Y los británicos, que siempre han tenido un fino olfato para saber lo que les conviene y un sentido claro del pragmatismo, sintieron que para esa tarea y en ese preciso momento era preferible un gobierno nuevo y distinto.

El segundo recuerdo que haremos es la España de 1982. Tras una transición accidentada y un cuartelazo golpista del que nos libramos por los pelos, la agenda de España estaba clara: consolidar la democracia, modernizar el país y meter a España en Europa. Con el partido del Gobierno en descomposición, la mayoría social encontró en Felipe González y en el PSOE renovado el instrumento adecuado para esa misión. El resultado: 202 diputados. Es decir, que la población suele votar por expectativas, más que por una visión haca el pasado.

En estas elecciones tenemos, además de un legado mediocre, el del gobierno de Rajoy con una prometida recuperación económica no cumplida, el debate secesionista catalán en el centro de las elecciones, y este será un asunto central en la expectativa del elector, según el posicionamiento de los candidatos. Damos a Mariano Rajoy como un candidato más que amortizado, de hecho, hubiera sido mucho más útil para el PP adelantar las elecciones generales o colocar a la vicepresidenta de cabeza de cartel, pero ese un problema que a Mariano, sumido casi desde principio de legislatura en el dontacredismo, no parece importarle.

En el campo se disputan el partido el resto de partidos: PSOE, Ciudadanos y Podemos. Podemos desinflado, tras el resultado electoral en Andalucía y Cataluña (esas son las únicas “encuestas” que valen); Ciudadanos aparentemente al alza con un líder que predica los parabienes de la nueva política pero que no acaba de definirse ideológicamente ante la ciudadanía en sus propuestas, aunque ello no nos impide a los que intentamos analizar cada gesto de la política llegar a la conclusión de que se trata de un partido (no tan nuevo, pues lleva en marcha ya varios años) de la derecha moderada. Un veterano socialista me recordaba que este era el nuevo “partido del Rey”, es decir, el CDS de los años ochenta (y ya sabemos cómo acabó Suárez en su última aventura política).

Y por último la expectativa de Pedro Sánchez y un PSOE que quiere ser renovado. Cabe decir aquí, que respecto al eje central de lo que creemos será estas elecciones, es únicamente el partido socialista quien ha presentado una propuesta seria, de reforma constitucional hacia el federalismo, frente al resto de partidos en juego, que se debaten entre la indefinición del “derecho a decidir” (Podemos) y el recurso a lo que debe ser la última alternativa ante lo que plantea el desafío secesionista, es decir, la aplicación del artículo 155 de la Constitución (Ciudadanos). Recordamos de nuevo, las encuestas son solo una imagen, estas elecciones tendrán como eje central el desafío en Cataluña, y por el momento y en nuestra opinión, los socialistas parten con ventaja entre los que tienen opciones de éxito. Atentos.